Sirvan como ejemplo de lo que significó para el mundo universitario de La Laguna estos dos casos: en apenas cinco minutos a las puertas del local, dos jóvenes (una de Lanzarote), antiguos estudiantes, intentaron acceder a él para hacer fotocopias. La noticia del cierre, comunicada por su propio dueño, los cogió por sorpresa. Una triste sorpresa.

Fotocopias Mateo, referente para el mundo estudiantil de La Laguna y un elemento más del paisaje de la calle Heraclio Sánchez -junto al Bar Benjamín- ha echado el cierre. Lo ha hecho tras 40 años de actividad -comenzó en septiembre de 1973-. La jubilación de su propietario, Mateo Perera, y el avance implacable de las nuevas tecnologías han sido las razones.

Primero en un pequeño local, justo enfrente del que ocuparía más tarde -año 1978- en el edificio Galaxia, Fotocopias Mateo, fundada por este estudiante de Matemáticas al que le faltaron unas pocas asignaturas para acabar la carrera y que daba clases particulares para afrontar los primeros gastos, llegó a tener en nómina hasta 16 personas.

Fue la época del "boom" del papel, que Perera sitúa entre los años 82 y 98, un periodo que concidió con el aumento de material que experimentaron los colegios, fruto del impulso de las políticas socialistas de Felipe González.

Pero ya antes, el pionero negocio abierto por Mateo en 1973 -ni siquiera existía un epígrafe específico en Hacienda- se había convertido en punto de referencia para administraciones como el Gobierno de Canarias o el Cabildo de Tenerife, la Universidad de La Laguna y la banca. "No tenían máquinas para reproducir", recuerda.

En esa época trabajaba con una fotocopiadora americana Xerox 3600, que hacía 60 copias por minuto -fue la primera que tuvo-, una máquina muy avanzada para el momento a la que se unirían más tarde la Xerox 7000, la Canon 1000 o las alemanas UBIX, entre otras. "Nada que ver con las de ahora", aclara Mateo.

Por cierto, fotocopiadoras que, tras su vida útil en Europa, eran reparadas y enviadas a África. "Se sigue haciendo", asegura.

De la intensa actividad que en su día acogió el pequeño local -con sótano- de la calle Heraclio Sánchez quedan aún muchas muestras. Tesinas, temarios, libros y apuntes se apilan aún en sus estanterías a la espera, unos del reciclaje, y otros de algún dueño olvidado.

Y si el pico del trabajo de Fotocopias Mateo se situó a finales de los 90, la caída, según relata su propietario, ha sido progresiva. ¿Por qué? La explicación es sencilla. Internet y las nuevas tecnologías han ido acabando con él. "El trabajo que hacíamos no existe", subraya.

Es más, asegura que invertir en un negocio como este "no vale la pena". Y es que a la carestía de la maquinaria y su mantenimiento se suma la dura competencia tanto de otros locales, con fotocopias baratas como reclamo, como la que se hace desde los propios hogares con nuevos y avanzados aparatos.

A pesar de todo, ha tenido ofertas en los últimos meses para volver a abrir la fotocopiadora, aunque ninguna ha fructificado.

Y si Fotocopias Mateo fue referente en el mundo del papel, no lo fue menos en el del ciclismo de la isla de Tenerife. Amante de este deporte, Perera fue presidente y director deportivo, entre 1997 y 2005, del Club Ciclista Aguere-Fotocopias Mateo.

Deporte que aprovechó para estar con sus hijos -uno de ellos sigue corriendo, aunque no de manera profesional-, que también formaron parte del equipo.

Ahora, ya jubilado, el tiempo lo dedica "a hacer lo que no he podido antes". Entre otras cosas, ejercer de abuelo. Esa es ahora su realidad, sin copias.