EL FÚTBOL español se hizo mayor de edad en 1920 con la medalla de plata de los Juegos Olímpicos de Amberes. Allí debutó la selección nacional: cinco partidos en nueve días, sobre un campo infame. Y allí nació la furia española a lomos del gigante (1,93 metros) Belauste y su mítica frase: "A mí el pelotón [balón], Sabino, que los arrollo". Al calor del éxito, Pichichi o Belauste pasaron a ser celebridades en Bilbao y el abanderado Arrate en Donostia, Samitier grabó anuncios publicitarios en Barcelona, Zamora fue conocido en toda spaña...

La creación de la selección española reactivó un deporte circunscrito al País Vasco y Cataluña. Antes de la cita de Amberes, los equipos de esas regiones se habían repartido trece de los catorce títulos previos de Copa del Rey. No extrañó que entre los 21 héroes de Amberes hubiera quince futbolistas vascos junto a los barcelonistas Zamora, Samitier y Sancho. Los tres jugadores restantes fueron Luis Otero, Ramón González y Moncho Gil, del Real Vigo, semifinalista de la Copa del Rey en 1919 y 1920. Tres años después, cuando visitó Tenerife, el campeón gallego venía de caer en cuartos de final ante la Real Sociedad.

so sí, el Real Vigo mantenía su prestigio y a sus figuras. Para entonces, verano de 1923, el fútbol también había resucitado en la Isla con el nuevo Tenerife, españolizado para eludir deudas pretéritas... aunque conservó jugadores, dirigentes y trofeos, guardados por Juan Labory en su domicilio, "para evitar su embargo, al ser de plata de ley". También mantuvo como escenario de sus partidos el campo de Miraflores, explanada de tierra situada junto al barranco de Santos con una única grada lateral, aunque el público rodeaba todo el terreno de juego en los choques de más interés.

Tras recibir a Marítimo de Funchal o Cádiz, la creciente expectación que generaba el nuevo Tenerife animó a los directivos a concertar dos amistosos con el Real Vigo. La anunciada presencia de algunos héroes de Amberes hizo que Miraflores resultara insuficiente y el club apostara por crear una nueva grada. Almacenes Yanes suministró los materiales y en tiempo récord se construyó un lateral de madera con capacidad para 2.500 personas y un coste de 20.000 pesetas, "cantidad considerable, aunque es objetivo de esta sociedad satisfacer la obra con el ingreso de las taquillas". Al final, sobraría dinero.

Para entonces, recuperada la salud económica, "los directivos habían reintegrado los trofeos ganados en buena lid a las flamantes vitrinas de la nueva sociedad, lejos ya del alcance de las garras de los acreedores". Y la amenaza de que el Tenerife se ahogara por nuevas deudas se disipó con las noticias llegadas de Las Palmas: el Real Vigo goleaba a Gran Canaria, Victoria, Marino y Santa Catalina, lo que disparó la expectación. Sólo el Raith Rovers, conjunto de profesionales escocés, superó a los gallegos. Las localidades para los dos partidos se agotaron y Miraflores presentó un aspecto inmejorable.

Poco importó que Ramón González estuviera tocado y que causara baja Moncho Gil, retirado con 25 años "al formalizar relaciones con su novia, la gentil Aurorita Curbera Solleiro", en una época en la que "no es digno exhibirse en pantalón corto y patear una pelota si se tiene novia formal". l primer partido no decepcionó. Baudet no tuvo su día y los goles de Graciliano Luis, "al resolver una melee" y "de formidable tiro desde lejos", no impidieron la victoria gallega (2-3) "tras una segunda mitad en la que no hubo goles, aunque el Tenerife, liderado por un soberbio Cárdenes, mereció el empate".

Cuatro días después, el Tenerife se impuso (1-0) al aprovechar Graciliano Luis un rechace del meta Isidro en los primeros minutos. Sin embargo, los vigueses se quejaron del arbitraje y abandonaron temporalmente el terreno de juego. Sólo accedieron a reanudar el choque tras fijarse para el domingo 22 una revancha... a pesar de que el sábado ambos equipos debían acudir al banquete organizado en la sociedad Tiro de Pichón. La expectación creció aún más cuando, tras degustar vinos del Rhin y Burdeos y brindar con Champagne Pommery, se anunció la reaparición del célebre Ramón González.

"La vuelta de la gran figura viguesa hizo que Miraflores registrara el mayor lleno de su historia", dice la prensa local, que destaca que "en el primer tiempo, apoyado por el viento que soplaba a su favor, el Real Vigo atacó con intensidad la meta del Tenerife, dando motivo para que la acreditada defensa local y su portero Baudet se lucieran cerrando el camino del gol a los delanteros gallegos". Antonio Arocha suplió con acierto a Cabrera, pareja habitual de Rodríguez Bello en la zaga blanquiazul. n la segunda mitad, sin viento, "el marcador no se movió y la interesante pugna terminó en un justo empate".

Al equilibrio en el juego ayudó la decisión del técnico local, Augusto Hardisson, quien retrasó unos metros a Molowny para reforzar el centro del campo de un Tenerife que demostró nivel para pelear contra los héroes de Amberes... y sacar rédito económico de la construcción de una grada.

P.D. Un mes después, en agosto de 1923, la fusión del Real Vigo y el Fortuna Vigo daba lugar al Celta de Vigo. Con semanas de vida, sus cuatro principales figuras [Isidro, Chiarrioni y los olímpicos Otero y Ramón González] ficharían por el Deportivo, que fue acusado de soborno. Y así nació la rivalidad gallega.