Anker tiene solo un año, pero ya apunta maneras. Eso sí, algunos días sus "despistes", propios de su inmadurez, no dejan de ser frustrantes para su dueño, David Padilla, agente de la Policía Local de La Laguna y propietario de este ejemplar de pastor belga malinois, todo un atleta y, si sigue así, un gran perro policía.

Procedente de una camada criada en Tenerife, Anker ya es capaz de localizar con su olfato hachís y marihuana, dos de las sustancias estupefacientes más comunes en los servicios que realizan los agentes laguneros. Los marca, como se conoce en el argot, con un marcaje pasivo (sentado o tumbado), o también con un marcaje lapa (con la nariz).

Claro que, de momento, solo lo hace en sus entrenamientos y en algún que otro servicio al que se suma como complemento de Nala, su compañera veterana. Anker todavía es demasiado joven para afrontar solo un servicio. Máxime cuando los delincuentes perfeccionan cada vez los escondites de la droga. Por eso debe ir con paciencia. Para que no se frustre él y para que no lo hagan tampoco su dueño y sus jefes.

Para llegar a lo que ya es hoy, David Padilla entrena con él cinco horas cada día. Por la mañana temprano toca ejercicio físico, luego cepillado y finalmente el adiestramiento específico (las imágenes pertenecen a un ejercicio en el destacamento de la Policía Local en Taco).

Y la madurez que le falta a Anker es la que ya tiene Nala, una hembra de pastor alemán de seis años que es capaz de olfatear hachís, marihuana, cocaína y hasta heroína. Con sus servicios se ha convertido en el "terror" de los delincuentes. Entre sus hazañas, destaca Padilla, recuerda un marcaje que hizo, a quince centímetros de profundidad, de una pieza de hachís.

Su historia es de esas que tienen final feliz, pues apareció, con apenas un mes, abandonada en Tejina, en La Laguna. Tras el correspondiente paso por el albergue de Valle Colino, David Padilla, que ha tenido perros toda la vida, se hizo con ella y, desde ese momento, se han convertido en compañeros inseparables. Tanto que hasta le ha logrado modificar su carácter. Al principio, los marcajes los hacía mordiendo y rascando. Ahora, Nala ladra cuando localiza la sustancia. Y lo hace con frecuencia.