Al principio era algo más que un solar. Pero el tiempo, y sus herederos (sus tres sobrinos), desvirtuaron el legado que, para luchar contra la pobreza "universal", dejó Faustino Castro, el donante del solar de San Matías por el que ahora disputan -o discrepan- los ayuntamientos de Güímar y La Laguna (a la polémica podrían sumarse otras administraciones).

Así figura en la herencia que, en el año 1955, cuando contaba con 46 años, redactó Castro, un güimarero que, junto a su hermano Nicolás, hizo fortuna con la exportación de tomates a Inglaterra, un negocio puesto en marcha por su padre a comienzos del siglo pasado.

El texto, al que ha tenido acceso este periódico, deja claro que cuando muriese su madre -única heredera-, Sofía Pérez Leandro de Castro, la mitad de libre disposición de sus bienes se distribuiría "por cuartas e iguales partes" a cuatro fines.

El primero, la edificación de una sala en el Hospital de Niños de Santa Cruz, "perpetuando la memoria de su madre".

El segundo, otra sala en el asilo de ancianos de la capital tinerfeña con el fin de perpetuar "la memoria del protector anónimo".

El tercero, al Ayuntamiento de Güímar para que construya un comedor "de socorro a los necesitados" para perpetuar la memoria de la familia de su madre.

Y el cuarto, al Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife para que distribuya ropa entre los "niños indigentes" registrados en el fichero municipal.

De ello, y al considerar que el reparto que se hacía no era "igualitario", sus tres sobrinos (María Luisa Paulina -fallecida-, Concepción y Nicolás) modificaron el legado y limitaron a un solar en San Matías, en La Laguna -un barrio que desarrollaron los hermanos Castro-, la herencia de Faustino a las dos administraciones citadas, al Hospital de Niños y al asilo de ancianos.

Claro que esa fue una decisión posterior, pues el texto de la herencia deja claro que en el reparto de sus bienes debe primar "un espíritu humano y social".

"Que desaparezca la indiferencia y pobreza en la gran familia universal, cosa que lograrían las personas pudientes colaborando, al igual que se va notando en muchos países", deseó Faustino, ya en 1955.

"Con esta ayuda al necesitado también disfrutarían socialmente los más afortunados, al ver que sus semejantes son más felices y fueron desapareciendo esos odios y egoísmos", concretó.

Y también quiso dejar claro que la procedencia de sus bienes había sido fruto del "esfuerzo y honradez" con que ha procedido en todo trato comercial y que su mayor satisfacción era saber "que las personas que han intervenido en negocios con él han quedado beneficiadas y los convenios estipulados verbalmente han sido religiosamente cumplidos por su parte".