Las bombonas que he cargado en 40 años de servicio no caben "ni en dos Titanic". Lo asegura Eufemio Hernández "Ufe", para muchos estudiantes universitarios de La Laguna el butanero de toda la vida.

Jubilado, oficialmente, desde el 1 de julio, aunque de vacaciones desde comienzos de año, "Ufe" llegó a convertirse en uno más de la casa para muchos jóvenes de la ciudad universitaria.

Sirvan como ejemplos el manojo de llaves de edificios y viviendas que arrastraba, o que más de la mitad de sus servicios los hiciera sin pedido previo. No hacía falta estar en casa -a veces, ni siquiera, tener dinero- para renovar la bombona. "Nunca dejé de servir una bombona al cliente, ni aunque estuviera en un cuarto sin ascensor", presume.

Una confianza que se ganó no solo con su carácter, sino con su constancia, pues durante 38 años consecutivos realizó el servicio del conocido sector 7, desde la avenida de La Trinidad hasta la de Los Menceyes, nido de la gran mayoría de estudiantes. Apenas dos años estuvo fuera de esta zona.

Nacido -y residente- en La Orotava, recorría cada día 70 kilómetros para ir y venir a La Laguna. La jornada para él arrancaba muy temprano. Partía a las 6:00 desde su casa para evitar las colas en la autopista y para llegar con tiempo a la parada obligatoria del café en La Perla del Caribe, en la plaza del Adelantado.

De ahí a Las Mercedes, lugar en el que Combustibles Melián, la empresa para la que ha trabajado desde que estaba en el cuartel y a la que considera como su segunda casa, lleva instalada más de treinta años. Y a partir de las 8:00 y hasta las 15:00 horas, de lunes a viernes, y de 8:00 a 13:00, los sábados, a repartir el butano.

Así durante cuatro décadas, en las que ha visto convertirse a niños y jóvenes en profesionales de reconocido prestigio que ahora le abren las puertas de sus despachos o consultas. "Eso no tiene precio", reconoce, aunque a veces le produzca cierto apuro.

Un tiempo en el que lo ha acompañado una salud de hierro: apenas cuatro meses de baja. Solo cerca de su jubilación, el año pasado, le descubrieron el desplazamiento de una vértebra que lo tuvo varios días de baja.

Cuarenta años en los que no han dejado de existir anécdotas. La que más recuerda, el día en el que para revisar una avería en la calle Heraclio Sánchez, 36, la dueña de la vivienda prendió fuego y quedó ardiendo. Tanto que tuvo que sacarla inconsciente a la calle y llevarla hasta la ambulancia.

Y con la misma facilidad que cita el nombre y número de esa calle lo hace también con todas en las que trabajó, pues sigue siendo capaz de recordar el comienzo y el final de los números de las casas de todas esas vías en las que, por cierto, se encontraba con el peor problema del día a día: el aparcamiento.

Aunque agradece el trato de los agentes de la Policía Local de La Laguna por facilitar su labor -solo lo multaron una vez "por error"-, reconoce que el estacionamiento era su gran quebradero de cabeza. Bueno, y el peso de las bombonas que repartía -28 kilogramos-, que sigue siendo superior a las que se dispensan en la Península y Las Palmas.

Ni siquiera los siete cambios de patrón que vivió en todo este tiempo le supusieron problema alguno. "He sabido respetarlos a todos", dice. "Los dos últimos, Diego y Mari, son como mis hermanos", enfatiza.

Ahora, "Ufe" aprovecha el tiempo libre en una pequeña huerta que tiene detrás de su casa, y, cómo no, con su mujer -que se recupera de una lesión en un brazo- y sus tres nietos. Nada que ver con el peso de las bombonas que tuvo que transportar durante 40 años.