Los vecinos del Suroeste habían sido convocados en la asociación La Cruz de Tíncer para recibir información "teórica" sobre la futura piscina, vieja reivindicación y compromiso electoral del actual alcalde. Nada más terminar de hablar de las bondades del complejo deportivo los "ilustres" visitantes -Bermúdez, el concejal del Distrito, Hilario Rodríguez, el de Deportes, Zósimo Darias, y el de Servicios Públicos, Dámaso Arteaga-, una señora mayor hizo la primera pregunta: "¿Esto va a ser igual que ahora? Porque en Santa Cruz se paga más que en La Laguna"

Unas ochenta personas prácticamente llenaron el salón de actos de la sede del colectivo vecinal que preside Antonio Santos. Había gente de todo el distrito y también de fuera, en este último caso militantes o simpatizantes en su mayoría de Coalición Canaria.

El alcalde y Arteaga "lidiaron" todas las preguntas, incluida la inicial con un "se puede estudiar". La mayoría de las cuestiones estaban basadas en una sensación de "incredulidad" respecto a la infraestructura. Estará ubicada en una parcela -las dificultades para resolver su titularidad han retrasado la obra- anexa al Centro Insular de Atletismo (CIAT), con 6.000 metros cuadrados útiles, 150 plazas de aparcamiento, siete millones de euros de coste, y beneficiará a 35.000 personas. Lo que se presentó en realidad fue un plan de viabilidad económica, pero valió exactamente lo mismo.

Se dialogó sobre la posibilidad de que en la construcción trabaje gente de la zona (la de más paro en el municipio) o que lo haga una vez inaugurado el complejo para natación (dos vasos), gimnasia, pádel... Todo por el deporte y la salud "a un precio asequible, el mejor del mercado", apuntaron.

La gente del Suroeste está muy "quemada" por las promesas incumplidas. Era necesaria una "prueba del algodón". Y se hizo.

A la puerta del local esperaba una guagua para trasladar a los que quisieran, y cupieran, hasta Las Retamas, en un viaje de aproximadamente un kilómetro hasta otro distrito: Ofra-Costa Sur.

Entre cánticos clásicos como el de "para ser conductor de primera" -incluido Bermúdez que quiso ir con "su gente"-, medio centenar de residentes en Tíncer y alrededores llegaron a la piscina de Las Retamas ante la mirada curiosa de sus vecinos. La clase práctica.

Ante sus ojos apareció una instalación moderna, acristalada, que, pese al retraso de cuatro años desde que está terminada, tiene prevista por fin su apertura en septiembre. El recorrido por el inmueble, aún en obras -advertencias de cuidado y división en dos grupos-, pudieron ver al entrar la gran piscina central -"qué guapa"-.

Con disciplina, casi en fila india, visualizaron los vestuarios o el futuro gimnasio de la parte alta. Poco a poco empezaron a tener fe. "Si está aquí, también podemos tenerla allí". "Serán similares pero distintas", repetía Dámaso.

El alcalde se mostró cercano, paternalista a veces ("vengan para acá", "vamos hacia allá", "esperen") y atento a las explicaciones de los anfitriones.

Bermúdez sabe que la esencia de su "filosofía política" es este contacto directo con el vecino de los barrios. Y, al menos esta vez, sin bocadillo de mortadela porque la mayoría fueron ya merendados.