La zona de San Agustín, en Los Realejos, acogió ayer la celebración de la Octava del Carmen, una jornada diferente en la que los realejeros ceden la imagen de su Alcaldesa Honoraria y Perpetua, la Virgen del Carmen, para que los marinos llegados desde la localidad vecina de Puerto de la Cruz la porten sobre sus hombros en una multitudinaria procesión.

La hermosa talla de la Virgen realejera, una obra de la escuela genovesa creada por Antón María Maragliano en 1726, paseó a hombros de los portuenses, que entonaron la Salve Marinera.

Las muestras de fe de los marineros de la ciudad turística se unen a los cantos de alabanza y las señales de ofrecimiento de sus hijos a ella de muchos de los que son testigos de esta arraigada devoción, para de una forma u otra sentir que reciben la bendición de la considerada patrona del Valle.

Son los realejeros dueños patrimoniales y emocionales de esta venerada imagen, pero también conscientes de que por un día al año, y como reza la tradición, han de prestarla a los portuenses, que a su vez amagan con llevarse a esta marina de tierra adentro hacia el muelle portuense.

El historiador José Javier Hernández García detalla en un estudio sobre esta tradición religiosa que "es evidente que en la Octava, los marinos portuenses quieren, de alguna manera, sentir y hacer sentir a los demás que la imagen del Carmen, al menos ese día, es más suya".