De la misma manera que el Real Madrid rescató a Diego López de la infelicidad, de una suplencia incomprendida en el Sevilla, cuando le fichó por deseo de José Mourinho hace año y medio, la decisión de la directiva de firmar a Keylor Navas y prescindir de él, trunca un sueño que hacía realidad.

Diego López se reincorporaba al Real Madrid en pretemporada sin pensar, ni en su peor pesadilla, que sería empujado para abandonar el club. Obsesionado de la preparación física, repitió la fórmula que la pasada campaña le dio la titularidad en Liga con Carlo Ancelotti. Sus entrenamientos veraniegos, sus incansables series de abdominales, le hicieron llegar muy por encima de Iker Casillas que pagó además incorporarse más tarde al grupo tras disputar la Copa Confederaciones con la selección española.

Ancelotti, nuevo en la plaza, encontró una herencia podrida en la portería. El pulso Mourinho-Casillas acabó con Antonio Adán como primer aviso al capitán y con la llegada de Diego López cuando Iker sufrió en Mestalla la lesión más grave de su carrera. El gallego pasó de contar los días para el fin de su suplicio en la temporada en el Sevilla a ser el titular indiscutible del equipo de su corazón.

Porque el regreso de Casillas no modificó en nada la apuesta de un Mourinho que daba sus últimos ''coletazos'' en el vestuario madridista enfrentado a jugadores de peso. La continuidad en el juego llegó con Ancelotti. El italiano quiso poner paz en un ambiente crispado y optó por la alternancia en la portería. La Liga sería para Diego y la Copa del Rey y Liga de Campeones para Casillas. La fórmula no le fue mal. El Real Madrid ganó 25 años después un doblete.

Con casa recién comprada en Madrid nada hacía pensar en una salida del club al final de la pasada campaña a Diego. En año y medio había disputado 62 partidos, sentía el respeto del madridismo y demostró siempre una profesionalidad ejemplar dentro y fuera del terreno de juego. En numerosas ocasiones pudo levantar la voz, pedir respeto tras jugar con una presión inaguantable o recriminar más de un comportamiento que sufrió en su contra, pero su talante ha sido el mismo hasta el día de su adiós.

Tras el enfado llega el agradecimiento. El paso de las horas ha convertido la decepción de tener que abandonar por segunda vez el Real Madrid en ilusión por convertirse en portero titular del AC Milan, alejado de los debates devastadores que rodean al conjunto madridista, firmando un contrato por cuatro temporadas a 2,5 millones de euros por año.

Será la primera aventura extranjera para Diego López, quien dio sus primeros pasos en el fútbol modesto con el Lugo, Deportivo B y Alcorcón, antes de brillar en la cantera madridista y subir al primer equipo donde se cansó de estar a la sombra del mejor Casillas. En Villarreal su carrera tomó otra dimensión y en Sevilla vivió sus peores momentos. En su regreso al Real Madrid se va con la ansiada Décima Copa de Europa bajo el brazo y una Copa del Rey. Con 70 goles encajados en 62 partidos oficiales en año y medio, gran parte de ellos en Liga (52), siete en Liga de Campeones y tres en Copa del Rey.

Su nuevo reto ganar la titularidad al veterano Christian Abbiati y Michael Agazzi, e intentar poner su granito de arena a la reconstrucción de un grande que vive momentos bajos como el Milan, fuera de competición europea esta temporada y que diseña un proyecto para volver a luchar por títulos en Italia.