La vista de la playa de Las Teresitas desde su espigón final es diferente y también sugerente. Más que en medusas o angelotes hace pensar en sirenas, con o sin ideología, y en naturaleza virgen. Como ocurría con el Muelle Sur antes de su "secuestro cruceril", los recuerdos atávicos llevan a muchos chicharreros y visitantes a recorrerlo para hacer deporte, por salud o, simple y llanamente, para caminar.

Precisamente, caminar por allí es complicado. La mar, ese factor fundamental en una ciudad que vivió, vive y vivirá por, para, contra, desde... -cosa de haberse aprendido de memoria las preposiciones- dijo un día "aquí estoy yo" y se llevó parte del hormigón, de los muros laterales, de las rocas... Prácticamente todo.

El pasado sábado, el murete de acceso a la escollera se vino abajo. Ayer estaba avanzada la reparación porque el alcalde cumplió su promesa, pero algo sigue roto en el sentimiento de la gente.

"En dos años no quedará nada aquí porque el mar se mete por debajo y acaba con todo". Así sentencia José Vicente, pescador ocasional que llega de Valleseco.

Ángel, jubilado, no pisaba la playa hacía nueve meses. Ofrece su visión: "Creo que esta zona está abandonada. El turista llegaba -de hecho, dos o tres vehículos de visitantes despistados tuvieron que dar marcha atrás ayer en pocos minutos- hasta el final de la playa en coche para ver un espacio espectacular, virgen y natural. Volví a la playa ayer (por el lunes) y al menos han pintado en el suelo las rayas de referencia hasta la caseta de la Cruz Roja".

José Luis tiene 80 años y ve "positiva la reparación del muro caído el fin de semana pasado, pero para la rotonda y el espigón no habrá presupuesto. Será que no queda dinero", apunta, socarrón,

"Aquí hay agujeros por todos lados", valora una pareja de personas mayores que no quiso salir en la foto.

Pablo no nació en la isla, pero lleva 26 años residiendo en Santa Cruz. "No vengo por aquí a menudo, pero a mi nieto (lo señala a su lado) le gusta pescar y es un sitio ideal para eso".

Otra señora que pasea resume: "El mar se nos va comiendo este espacio y lo vamos a perder".

María Victoria y su pareja vienen por aquí casi cada día y resumen un sentimiento: "Me gustaría que lo arreglaran. Hay una parte del paseo que señalaron hace meses y tuvimos la esperanzas de que harían una obra, pero no ha sido así".