Después de haber paseado el nombre de las Islas Canarias por todo el mundo, Mary Sánchez se despedirá con una gira que coincidirá con sus 65 años en la música.

"Pensamos en una gira corta, no como antes porque, aunque estoy bien físicamente y de garganta, no me comprometo a estar lejos de mi familia", adelanta la artista, que ha visitado más de 40 países con su música.

"Éramos de una familia muy humilde. Yo me ponía de rodillas a limpiar el piso de madera y mis hermanos ayudaban. Abría las puertas de mi casa y la gente, cuando pasaba, se quedaba oyéndome cantar y aplaudiéndome, y yo decía: Eh, ¿qué pasa? ¿Yo sé cantar?", cuenta sobre sus comienzos.

"Vinieron a mi casa unos vecinos a buscarme, y fuimos a casa de Felo - uno de sus amigos - , donde estaban Los Huaracheros, de Tenerife. Siempre me acuerdo de que cuando terminé de cantar ellos me abrazaron y me dijeron: Sigue cantando Mary, que vas a llegar muy alto. Tengo que agradecerles mucho a ellos, porque me llenaron de moral. Cuando canto Siete rosas o El Teide en la nube gris siempre los nombro. Gracias a que me animaron estoy en el escenario", relata con emoción. Y gracias a su madre, que la incitó a cantar en público y, todo sea dicho, nunca quiso separarse de ella ni un momento.

Mary conoció a Néstor Álamo en el camerino del cine Royal tras cantar "Adiós canaria querida". Él mismo fue a buscarla posteriormente a su casa para ofrecerle sus canciones, como habían acordado, pero ella lo olvidó y se fue a ver a la UD Las Palmas, que jugaba con el Málaga para ascender a primera. Mary pensó que Néstor no volvería, pero no fue así.

"De Néstor Álamo recuerdo muchas cosas bonitas. Siempre llegaba a mi casa con un regalo. Yo, que era una niña, se lo agradecía. Era un cascarrabias, pero era un talento. Se enfadaba con los del grupo, con la rondalla, pero conmigo nunca. Me quería mucho porque todo lo que él me pedía, lo hacía".

"El debut en el teatro Pérez Galdós fue algo apoteósico. Cuando yo estaba en medio, ya para terminar, con el público aplaudiendo de pie, me viene un señor con una bandeja y una mantilla blanca. Yo jamás en la vida me había puesto una mantilla, pero la sacudí y me la puse por la cabeza, y canté Bendito Cristo de Telde, una folía. Entonces empezaron a caerme flores de arriba, del techo. Eran pétalos de rosa". Aquél día "Néstor Álamo salió llorando del Pérez Galdós".

"Muchos canarios se llevaron discos míos para Venezuela, y entonces me mandaron un contrato desde allá, pero no nos mandaron el dinero, y tuvimos que ir de pueblo en pueblo cantando y reuniendo. Fuimos al Cabildo y al Ayuntamiento, y nos dijeron que no tenían presupuesto para eso", revela.

"Néstor Álamo no quería que yo me fuera para América", pero a pesar de todo, y con 50.000 pesetas prestadas, Mary Sánchez y Los Bandama emprendieron su periplo.

"Cuando salimos de Tenerife, porque cogimos en Las Palmas el correíllo, y ya iba el barco alejándose, lo último que vi fue el Teide, y me emocioné mucho, no te puedes imaginar". "Ensayábamos en la cubierta del barco, con todo el mundo oyéndonos cantar", narra sobre aquél primer viaje a Venezuela en 1956.

Y aunque por poco no llegan, pues para desembarcar debían de pagar 30 bolívares y no tenían dinero, "apareció por sorpresa un señor vestido de negro con un sombrero" que la reconoció y arregló tal asunto. Misteriosamente nunca más supieron de él.

"El Coney Island era precioso, y nunca había visto tanta gente. Cuando fuimos a cantar empezó a llover, y los artistas que iban delante de nosotros se metían para dentro y cantaban debajo de un toldo. Nosotros cogimos el micrófono y nos fuimos a cantar fuera, donde estaban todos con paraguas, y nosotros mojándonos. Cuando terminamos de cantar llegó una viejita, me abrazó, me besó y me dijo: Mary, muchas gracias por traerme un trocito de mi tierra", recuerda emocionada.

"En Colombia actuamos en radio, TV, salas de fiesta, etc. Fuimos por 15 días y estuvimos un año, en el que me quedé embarazada y tuve a mi primera hija". "Llegamos a Cuba a inaugurar el hotel Habana Hilton, y en el sótano había una sala de fiesta enorme. Tanto es así que estaba Sarita Montiel sentada allí con sus amigos. Me dio por cantar Nena, y se lo dediqué a ella. Me empezó a aplaudir muy contenta", rememora Mary, que había grabado y comercializado en Latinoamérica las canciones de la película "El último cuplé" antes que ella.

Pero, como estas, muchas anécdotas más. Incluso Libertad Lamarque llegó a preguntarle "qué comía para tener esa fuerza en el escenario". "En Las Vegas tuvimos mucho éxito. Nos contrataron y actuamos hasta las seis de la mañana. Cuando nos presentamos, que habíamos ensayado Only You y otras canciones en inglés, estaba Dean Martin. Yo miraba para él como pidiéndole perdón, como diciéndole que no pronunciaba bien, y él me hacía gestos con la mano como diciéndome que estaba muy bien", revive entre risas.

"Nos llamaron y me dijeron que teníamos un contrato por diez años en Las Vegas, pero resulta que el representante que nos llevó a Las Vegas se fue con nuestros pasaportes, y perdimos esa oportunidad", aún así, los viajes siguieron tras un breve regreso a Canarias. "Recorrimos toda América Latina en tres años. Lo único que no conocemos es Brasil, porque en el momento en que teníamos el contrato cayó el presidente, y Maso -su marido- dijo que no", asegura. De tanta popularidad gozaron por aquél entonces que, al volver, estuvieron actuando durante una semana en el Teatro Pérez Galdós con las entradas agotadas tarde y noche.

"Tuve una alegría muy grande cuando el maestro Cisneros vino de Madrid a traerme el Disco de Oro por el Pasodoble Islas Canarias y El Zagalejo. Era el primer Disco de Oro que se le daba a una artista canaria, me dijeron", admite con ilusión.

Y no era para menos porque, en su voz, el pasodoble fue todo un éxito. "Nosotros no cantábamos el Pasodoble Islas Canarias, pero cuando llegamos a Venezuela la gente nos lo pedía. Entonces lo montamos allí, lo grabamos y nos fuimos por todo el mundo con él. Lo pedían a cada momento, hasta dos veces en las actuaciones, y lo tenía que repetir".

Precisamente, si alguien en Canarias sabe cantar, es ella. "Hay que cantar con los ojos, con las manos, con el corazón. Tienes que transmitir al público lo que estás cantando. Yo me meto en la canción", explica acerca de su manera de interpretar.

Otra de las pasiones de Mary Sánchez es la pintura, sobre todo si representa motivos canarios. "La tengo un poquito abandonada, pero cuando termine mi última gira me voy a dedicar a ella, porque me encanta. Tengo guardados cuadros que he pintado poquito a poco. Ya haré una exposición", anticipa.

"Tengo todos los premios de Gran Canaria, y casi todos los de Canarias, pero pienso que el premio mayor, el que más me gusta y el que más quiero, son los aplausos y el cariño del público", comenta agradecida.

"No sé si me lo merezco, pero todas las noches le doy gracias a Dios por todo lo que me ha dado", confiesa finalmente entre algunas lágrimas que se escapan de la emoción.