Desde el amanecer la Villa y Puerto de Garachico fue un hervidero de gente. Ya era difícil aparcar a esa hora, hubo quien lo hizo en los barrios de El Guincho o en La Caleta de Interián. Otros peregrinos optaron por venir en guagua desde Buenavista o Icod de los Vinos, pues un eficaz servicio de Titsa mantuvo buena comunicación entre la Isla Baja y con Icod de los Vinos.

A las 9:30 horas comenzó la misa de los peregrinos que, como es habitual, congrega a vecinos de Garachico y a otros muchos venidos de otros pueblos, sobre todo de Icod de los Vinos. Concelebrada por tres sacerdotes y bajo un sol de justicia, a esta ceremonia que se celebró en la plaza de san Roquito -el interior de la ermita no tiene capacidad suficiente- le siguió el traslado de la venerada imagen del santo de Montpelier hasta la parroquia Matriz de Santa Ana, con multitud de peregrinos y romeros acompañando. Tambores y Chácaras, junto a un grupo de niños, abren la comitiva. Quienes se juntan en torno a san Roquito interpretan el himno a san Roque. Momento especial fue cuando se produjo la lluvia de pétalos de rosas. Una vez en Santa Ana, se celebró la misa solemne.

Mientras, en la travesía de Guía de Isora (antes carretera de San Pedro) ya se ultimaban los detalles en las carretas, por yuntas de vacas o bueyes y que este año son 23, y en una docena de carros tirados por tracción humana.

Y empezó la romería. La imagen del "francés" abrió la manifestación religiosa y folclórica, seguida de las carretas de la romera mayor y su corte. Luego, el carro de la Peña Los Vinagres, llevando algunos cientos de litros de sangría en un enorme tonel de... ¡500 litros!. Este año la Peña cumple 51 aniversario y, como si fuera ayer, volvió a cumplir su tradición con el reparto de sangría. Como característica, su carro es tirado por un burro, "Platero".

Y transcurrió la romería hasta la llegada al templo de las concepcionistas franciscanas. Desde hace décadas la imagen entra en su templo, y las monjas de clausura le cantan, desde el coro alto, "Peregrino", obra de José Baute. Son muchos los fieles que esperan la llegada de la imagen del santo.

Desde aquí continuó hasta la ermita donde, después de pasar todas las carretas, fue expuesto a los garachiquenses, y no garachiquenses, de antaño, que rindieron culto.