Desde luego, Gaceta de Arte viene ser la gran marca de la cultura canaria contemporánea. Fue rescatada y rehabilitada, recopilada y editada por profesores de la Universidad, quienes realizaron un magnífico trabajo. Nadie se atrevió ya a toser a la revista vanguardista ni a sus miembros, nimbados por un aura de intocabilidad. Tótem y tabú. Bueno, todos no, porque ahí estaba María Rosa Alonso.

Coinciden en muchas cosas Eduardo Westerdahl y Pérez Minik, también en el desdén hacia el pensamiento que se ha consolidado en España: Unamuno, Ortega y Gasset -aunque Westerdahl dirá que lo admira-, Azaña, Marañón, Zubiri... y más aún hacia sus seguidores, con lo que la nómina se amplía considerablemente, y aquí pueden entrar Gaos, García Morente, Julián Marías, Américo Castro... Son los que María Rosa Alonso ha tratado o tiene amistad. Los de Gaceta de Arte siguen a los nuevos movimientos de vanguardia en el arte, literatura y arquitectura postulando la proyección social de esta. Apuestan, lógicamente, por la utopía y sobrevuelan la Península, que se les queda muy pequeña, para buscar en París y Centroeuropa las recetas para aquella.

Desde el punto de vista del pensamiento y las ideas (no estéticas) está la Revista de Occidente muy por delante de Gaceta de Arte. María Rosa Alonso lo demostrará haciendo una exhaustiva relación de los autores que colaboran en una y otra. Resulta clamoroso el resultado. Mientras en Gaceta dominan los autores que se inscriben en la órbita de los nuevos movimientos estéticos, con algún intelectual clásico como Julien Benda y Bujarin, en la Revista de Occidente proliferan los grandes pensadores y literatos. A pesar de estos datos que no admiten impugnación alguna, hay algún autor canario que señala lo contrario, estimulado seguramente por las expansiones pirotécnicas propias de las vanguardias estéticas.

María Rosa Alonso se ha codeado con la elite intelectual española, tiene una sólida formación académica y ha asistido de oyente a las clases de filosofía de Ortega, junto a un Marías que ya actúa casi como profesor. Siendo una intelectual, es muy plausible que a la hora de elegir le interese más una razón vital que desarrolle la razón pura de Kant, o la introducción de la circunstancia biográfica en la ontología del ser heideggariana, que el constructivismo funcional y sin ornato que proyecta casas para obreros de Gaceta.

La "querella" de María Rosa Alonso contra Pérez Minik, no exenta de socarronería e ironía, pero que deja a salvo la simpatía que se profesan, no se anda por las ramas, sino que va al grano. María Rosa no puede pasar por alto una frase de Pérez Minik, que recordaba que carecían de maestros en el mundo español, lo que le indigna. Señala a autores como Le Corbussier y otros para reprocharles que, en base a ellos, pretendieran realizar una política cultural y además sin moverse apenas de la isla, viendo entrar y salir a los viajeros (que es de Pérez Minik).

Les estás llamando (a la élite del cosmopolitismo) provincianos, no viajados, y para que no quede duda de ello, a lo largo de algunas páginas da cuenta a Pérez Minik de los museos, ciudades y nichos culturales donde ella ha conocido materialmente obras y proyectos que ellos conocían por fotos y revistas. Decepcionado Pérez Minik por no toparse en Praga con vestigio alguno sobre Kafka, María Rosa Alonso le relaciona todos los lugares que conservan su aura, que viene a ser la ciudad entera, tras exhortarle a preparar los viajes.

Rosa María acusará a los gaceteros de haber nacido como Minerva de la cabeza de Zeus, que no es acusación benigna.