Fue solo una noche, pero valió por 500 para dejar de lado cualquier crisis gracias a la inagotable vitalidad y renovada madurez de Joaquín Sabina durante su concierto de apertura en Lima de su nueva gira ''500 noches para una crisis'', que le llevará a varios países de Latinoamérica en los próximos tres meses.

"Contra el olvido, el ébola y la tisis, y contra tiempos de tormenta, bienvenidos a 500 noches para una crisis", anunció Sabina con su voz medio ronca mientras aparecía en el escenario en traje verde, con su bombín negro y la sonrisa pícara de sus grandes noches.

Durante dos hora y media, Sabina detuvo el tiempo para los 1.500 espectadores que abarrotaban el Teatro Nacional con bombines negros y camisetas del Atlético de Madrid y que se entregaron al cantautor de Jaén deleitados por su versión más íntima, sincera y personal sobre el escenario.

Hacía 3 años que el público peruano no veía a Sabina en solitario y el músico jienense no defraudó a los que extrañaban verlo en toda su esencia, ya que interpretó el disco ''19 días y 500 noches'', el álbum más importante de su carrera, de manera íntegra para más tarde pasar a rememorar otros de sus grandes éxitos y presentar temas nuevos de su próximo elepé.

No es casualidad que el cantautor español escogiera Perú para abrir su gira, pues guarda una relación muy estrecha con Lima, de la que es un asiduo visitante desde que en 1999, el mismo año de publicación de ''19 días y 500 noches'', se enamorara de Jimena, una peruana que es su actual pareja y a la que considera su salvación.

"Para nosotros es muy importante interpretar el disco completo aquí en Lima. Hace 15 años estaba en un momento delicado. Luego sufrí un problema físico y más tarde conocí a una limeña que me cambió la vida para bien", explicó Sabina en referencia a su pareja, a quien le compuso ''Rosa de Lima'', tema que no faltó en la primera de sus dos presentaciones en Lima.

Por los ambientes bohemios de la capital peruana se cuenta que, a veces, con un poco de suerte, puedes encontrarte a Joaquín Sabina en algún bar de Barranco, el barrio con más vida nocturna de la ciudad, y si el ambiente se presta, el cantante jienense canta en privado y a puertas cerradas para unos pocos privilegiados hasta la madrugada.

A sus 65 años, o "cincuenta y quince", como dijo cuando comenzó a cantar ''A mis cuarenta y diez'', Joaquín Sabina se entregó al público como si lo hiciera para sus propios amigos en una sobremesa nocturna, y se le notó disfrutar de cada acorde con la calma que da la experiencia de saber saborear los momentos lindos de la vida.

Solo se tomó un respiro cuando dejó que su guitarrista Jaime Asúa cantara ''El caso de la rubia platino'', y no se olvidó de su pasión rojiblanca, pues celebró el título de la Supercopa de España conseguido por el Atlético de Madrid antes de declararse simpatizante del Alianza Lima y cantar ''Dieguitos y Mafaldas'' acompañado de las palmas del público.

Para la segunda parte del espectáculo, Sabina, que declaró que Lima también es su casa, apareció con un bombín blanco y levantó a la audiencia de sus asientos con sus clásicos más inmortales como ''Y nos dieron las 10'', ''Y sin embargo'' y ''Princesa'', entre otros grandes temas de su carrera, que prolongaron la terapia de Sabina contra la crisis hasta casi la medianoche.