Aunque la mañana amaneció algo cubierta, el transcurso del día dio paso a un temperatura agradable, tirando a calurosa, perfecta para bailar, pamela en la cabeza, en la plaza de la Iglesia. Y así lo hicieron los cientos de tejineros que ayer disfrutaron de la verbena de la Pamela, uno de los actos más llamativos de los festejos en honor de San Bartolomé, y que amenizó la orquesta Tamarindos (de Las Palmas, como se encargó de recordar unos de sus vocalistas en los ensayos previos).

Tras la primera verbena, en la que se volvió a poner de manifiesto el ingenio de los tejineros a la hora de diseñar pamelas, llegó otro de los momentos importantes: el descuelgue de los corazones. Y si el domingo la pasión movió las enormes estructuras de madera y hierro, ayer lo hizo el fervor por hacerse con una de las preciadas tortas de harina. Como cada año, no fueron muchos los afortunados que lograron coger una. Pero los que lo hicieron se fueron a casa con una mezcla de alegría y pena. Alegría por el tesoro logrado, y pena porque habrá que esperar al próximo año para volver a ver los tres Corazones expuestos en la plaza de la Iglesia. Más de uno comenzó ayer a contar los días que faltan.