No parece lógico que los "esqueletos" de lo que alguna vez fueron barcos ahora reposen abandonados a su suerte en tierra firme, cuando la mar representa su hábitat natural y se concibieron para flotar y navegar.

Las imágenes que ilustran esta página se localizan en distintos puntos de la dársena pesquera de Santa Cruz de Tenerife y resultan visibles desde la carretera de San Andrés.

Sin duda, la estampa tiene bien poco de marinera -acaso como también sucede con el propio Santa Cruz- y a la vista de estos restos resultaría casi imposible reconocer ese espíritu abierto a la mar que siempre ha caracterizado a la capital chicharrera y a sus gentes.

Y si bien es cierto que los "esqueletos" de esos barcos se encuentran en terrenos que son propiedad de diferentes empresas concesionarias de servicios, instaladas desde hace tiempo en esta zona portuaria, de alguna manera las autoridades deberían intervenir frente a esos "monumentos" a la dejadez y el mal gusto, instando al desguace y a la retirada de lo que algún día fueron embarcaciones y ahora solo representan un penoso recuerdo.

Bien es verdad que los puertos, debido a la naturaleza de su actividad, son lugares donde la limpieza y el orden no resultan lo más característico, pero de ahí a la desidia dista un océano.