Vecinos de la parte baja de la urbanización La Quinta, en Santa Úrsula, denuncian el abandono al que el ayuntamiento somete esta zona, la de más reciente construcción, en aspectos como el alumbrado público, la recogida de basuras, limpieza viaria, la nominación de calles, la proliferación de ratas, la conducción de aguas residuales o la concentración de jóvenes para disfrutar del botellón.

Desde el consistorio explican que dicho enclave aún no ha sido recibido por la administración local, a lo que los ciudadanos responden que pagan la contribución y que deben recibir mejor atención.

Fuentes de la comunidad El Espigón Rojo dicen que "no tenemos alumbrado desde hace unos dos años, desde que robaron los cables". Y la mitad de la urbanización está sin luz en las calles.

La solución ha sido colocar en sus parcelas focos que iluminan las vías y que están conectados a las comunidades o a algunas viviendas. El reparto de cartas parece una odisea, ya que diversas calles no tienen nombre ni número. Y algunos vecinos llevan más de dos años residiendo allí. Las mismas fuentes explican que han solicitado una reunión con la alcaldesa, Milagros Pérez. En dos ocasiones, la regidora pidió posponer el encuentro; una de esas reuniones estaba prevista para el 31 de julio y la otro para el 7 u 8 de agosto. Ahora, ambas partes se han citado para el 9 de septiembre. Para reforzar sus argumentos, los afectados han iniciado una recogida de firmas que presentarán ante la presidenta de la corporación.

Otra reivindicación es disponer de más contenedores de basura. Dichos depósitos se llenan y los residuos tardan demasiado en vaciarlos. Además, no hay contenedores de recogida selectiva ni papeleras. Algunas aceras son intransitables por la proliferación de hierbajos, plantas sin cortar y basura. Y esas circunstancias contribuyen a que proliferen las ratas y cucarachas. Los vecinos dicen que varios solares están llenos de maquinaria y material de construcción, y advierten de que en uno hay una grúa y a los ciudadanos les preocupa. También critican los vertidos de aguas residuales que acaban en el acantilado y en el mar.