Del martes al viernes de la semana próxima se celebrará el juicio contra José Mendoza Arzola como supuesto autor del asesinato de su expareja Guacimara Rodríguez, el 20 de febrero de 2013. La portavoz de la familia de la fallecida y hermana de esta, Luz Marina Rodríguez, es tajante: "Queremos que el presunto asesino de Guaci cumpla toda la condena y que sea la máxima".

El hecho ocurrió a las 7:15 horas en la planta número 11 del bloque 13 de Los Gladiolos. El hombre, de 42 años, acudió hasta el edificio con una sudadera con capucha, contaron los testigos; la mujer, de 35 años, se disponía a llevar al colegio a los hijos de la ya expareja, de 4 y 6 años de edad. En el momento en que se dirigía al ascensor, sufrió la agresión con arma blanca tanto en el tórax como en el abdomen y la espalda. La madre de la víctima, que había salido al rellano al oír los gritos, presenció la escena y recogió a su hija en brazos antes de que cayera al suelo. En ese momento, el agresor comenzó a bajar la escalera y abandonó el edificio "mientras respondía la maté a cuantos vecinos le preguntaron". Su destino fue la Comisaría del Cuerpo Nacional de Policía, a 200 metros del lugar del asesinato. Allí se entregó y confesó su culpabilidad, contaron las crónicas del momento.

Año y medio después, la familia "ha pasado un calvario". Los niños están bajo la guarda y custodia de uno de los seis hermanos de Guacimara Rodríguez, residen en otro municipio y reciben atención psicológica, como casi la totalidad de la familia, especialmente la madre.

Síntomas de "celopatía y trastorno de conducta" es lo que Luz Marina Rodríguez afirma que percibieron en el presunto asesino. "Estaban juntos desde los 13 años, para ella todo era mi Jose, pero en el momento que ella empezó a crecer profesionalmente parece que empezaron a cambiar las cosas", cuenta la hermana de "Guaci". La misma afirma que "fuimos nosotros (la familia) los que la convencimos para que se separara unos 3 años antes de lo que ocurrió. Lo hicimos porque daba muestras de inestabilidad. Había tomado pastillas varias veces".

Fue casi medio año antes de la muerte de su hermana cuando ocurrió un incidente. "Aunque él había accedido y firmado para poner en alquiler la casa de ambos, en la que él seguía viviendo, cuando fuimos a la vivienda los únicos muebles que encontramos fueron los del cuarto de los niños. Aun así, ella no hizo nada contra él, aunque dejara de pagarle la manutención".

Ese es el punto en el que la familia sospecha que comenzó el declive definitivo de la relación, hasta entonces muy cordial.

"Hemos pasado año y medio terrible, manteniendo dos casas, porque la que ellos tenían había que seguir pagándola, así como los servicios (agua, luz...). Hasta que se resolviera lo de los seguros. Además, todo son trabas y dificultades, pero lo que importa es que los niños estén bien y que se haga justicia con mi hermana".

Luz Marina Rodríguez tuvo que "moverse" por la península para asesorarse con asociaciones y colectivos de víctimas de violencia de género. "El camino es muy duro y muy difícil. Solo pedimos justicia, pura y dura", concluyó.