Entre sus manos tendrá a los músicos de la Orquesta Sinfónica de Tenerife y a más de 200 cantantes procedentes de la Coral Reyes Bartlet (José Hijar Polo), la Coral Universitaria de La Laguna (Juan Ignacio Oliva), el Coro Carpe Diem (Luis Correa), el Coro de la Escuela de Música y Danza Villa de la Orotava (José Hijar Polo), el Coro Juvenil David Goldsmith (Cristo Velázquez Barrera) y el Coro Polifónico Universitario de La Laguna (Sergio Rodríguez González). "Esto es un placer, no una dificultad", asegura Jonathan Webb respeto al Concierto Participativo que hoy, a partir de las 20:30 horas, tendrá lugar en la Sala Sinfónica del Auditorio de Tenerife. El "Lohengrin", de Wagner, "Madama Butterfly", de Puccini, o "Carmen", de Bizet, son solo tres pinceladas de una coproducción de Ópera de Tenerife con la Fundación CajaCanarias y la Obra Social La Caixa. Las entradas para asistir a esta velada de "Coros de ópera" se pueden adquirir a través de los canales de distribución habituales al precio de 25, 20 y 15 euros.

¿Cuáles son las mayores dificultades que plantea este reto musical?

La verdad es que no existen grandes dificultades. Incluso, puedo llegar a pensar que en este mundo existen cosas que son bastante más complejas que un concierto de este tipo. Los coros ensayan por separado y mi labor es tratar de llevarlos unidos hasta el punto que yo deseo... Esto es un placer, no una dificultad. Cada grupo está bien trabajado por sus directores y mi único mérito es darle una unidad a estos grandes coros.

¿Cómo se logra esa unidad en tan poco tiempo?

Eso es algo que depende de la preparación anterior... No es posible cambiar el mundo en unos días, aunque si es factible dar forma a un mundo mejor. En este caso el proyecto va conectado con la música, que es una de las pasiones que une a las personas que estamos en todo a esta gran experiencia artística. El público que acuda al Auditorio va a disfrutar con un gran concierto.

¿Qué pueden aportar a su carrera las experiencias de este perfil?

Yo siempre estoy dispuesto para escuchar a gente cantar junta. Esta es una maravillosa actividad comunitaria y estar al frente de ella me motiva. Los coros cantan en tres idiomas diferentes y ninguno de ellos es su propia lengua... Estamos aprendiendo a escucharnos entre todos; ese es el poder real que tiene la música.

¿Imagino que el repertorio de hoy está forzado para hacer brillar a las miembros de las corales?

Las obras fueron elegidas para dar a los coros la oportunidad de expresar una amplia variedad de emociones, desde el frenesí y la anticipación por la llegada del famoso toreador, al dolor y la angustia de un pueblo forzado a dejar su tierra.

¿Le ha llamado la atención la calidad de voces que ya ha tenido la oportunidad de escuchar durante los ensayos?

La verdad es que no estoy sorprendido, pero sí contento por haber encontrado este nivel. Además, es evidente que aquí hay un gran entusiasmo por este trabajo y, lo que es más importante, unos jóvenes que están dispuestos a continuar con esta tradición. Eso es una gran noticia para el mundo de la música. Insisto, una de las claves es la alta preparación que tienen los coros y eso es una ayuda inestimable a la hora de desarrollar el ensamble final de las voces. La música es vida y de alguna manera nos permite construir un mundo mejor, aunque sea desde una perspectiva artística.

Para poder ejecutar bien estos programas hay que generar muchas alianzas, ¿no?

Sobre todo debe existir un triángulo indispensable para que al final suene la música. En esos tres vértices tienen que estar el compositor, el intérprete y la audiencia... La última debe ser una compañera inseparable para la música, ya que el contacto con el público se convierte en una experiencia que es intima pero que, a su vez, tiene que ser compartida para saber disfrutarla. La de hoy es una magnífica oportunidad para ver cómo se consigue que proyectos distintos se unan en una propuesta única.