El ascenso por el barranco de La Madera lleva al caminante a uno de los espacios naturales más atractivos y menos conocidos de La Palma. Las Nieves no es solo el templo de la Patrona, el edificio que guarda a la imagen de la Virgen que miles de palmeros veneran. Al contrario, once kilómetros por su parque natural permiten adentrarse en un entorno exclusivo, rico en contrastes y donde las galerías y el agua adquieren protagonismo.

El recorrido se inicia a escasos metros de la boca norte del túnel de Las Nieves. El primer tramo del trayecto se lleva a cabo por una pista adaptada para el tráfico de vehículos, salpicado de viviendas a los lados del cauce. Es un discurrir cómodo, en el que se pueden apreciar las paredes verticales que parecen custodiar el barranco. No exige demasiado esfuerzo, tampoco una buena preparación física, aunque poco a poco el camino se empina. A partir de la galería de Las Mercedes desaparece la pista, y el caminar se realiza a través de un sendero, donde la laurisilva acompaña al senderista.

La sensación, ya en esos momentos, es de no estar en la capital. Hay tramos en los que hay que extremar la atención. Se pasa cerca del canal, pegados a él, por un camino que no deja margen al despiste. No llega a ser peligroso, pero sí vertiginoso. Desde allí se puede apreciar la belleza plena del barranco.

Los saltos de agua secos, algunos de alturas que impresionan, y el olor a bosque se repiten de forma intermitente antes de llegar al final del barranco. Allí, enfrente, se aprecia a mano izquierda la entrada a un túnel realizado de forma artesanal por el hombre por donde discurre el canal abierto. Justo antes de llegar, el sendero casi desaparece.

Al llegar a los túneles, se debe encender una pequeña linterna, aunque es cierto que los huecos naturales que existen en aquellas cavernas dejan pasar la luz del día. Aún así, algunos tramos, tal y como ocurre al principio, están a oscuras. Se pasa junto al canal, por un estrecho "camino" con piedras sueltas. Es una buena oportunidad para aprovechar agua pura. Beber, refrescarse... Es, aproximadamente, la mitad del camino, aunque lo más duro, el sendero ascendente, acaba de terminar. Desde aquella zona se observan árboles que nacen a mitad del precipito, laderas verticales... sí, produce vértigo en medio de una naturaleza imponente también por su belleza.

Un sendero sin prácticamente pendientes cambia la semblanza del recorrido. Atrás quedan las imágenes quizás más impactantes. Los últimos cinco kilómetros son de descenso. Es una bajada que en algunos tramos se hace "técnica", con bastante desnivel, aunque al levantar la vista se observan paisajes diferentes a la primera parte de la subida por el barranco de La Madera, pero igual de atrayentes. Merece pararse y disfrutar desde las alturas, con cámara en mano, de una parte distinta de la capital.

El último tramo se hace por la parte alta del templo de Las Nieves. Allí donde no hace tantos años, o quizás sí, los jóvenes que ahora tienen entre 40 y 50 años disfrutaban de las mejores fiestas en honor de la Patrona. El entorno del estanque, ahora abandonado, era el punto de encuentro de aquellos "aventureros".

Se baja despacio, para evitar que las rodillas acaben sufriendo en medio de las piedras, hasta llegar a la puerta del templo. 11 kilómetros con mucho que contar... y que ver.