La artista italiana Marisca Calza, residente en la capital tinerfeña desde hacía varias décadas, falleció hace varios días en su domicilio por causas que se desconocen en el momento de redactar la presente información.

La polifacética pintora genovesa, conocida también por ser artífice de tertulias culturales que celebraba en su propio domicilio, expuso en distintas ocasiones en la Isla, aunque destacó la exposición que desarrolló en el año 2000, en la iglesia catedral de La Laguna, donde presentó la colección titulada "Et habitavit in nobis. (Y habitó entre nosotros)".

Fue la primera y única exposición de arte sacro moderno que se celebró en el templo lagunero, donde la artista presentó veinticuatro obras de gran formato que la crítica calificó como "un canto a la espiritualidad, a la luz y al color".

La propuesta plástica de Marisca Calza, considerada innovadora, creativa y provocadora, obtuvo una gran repercusión, incluso recibió la felicitación por carta del papa Juan Pablo II. El propio obispo de Tenerife en aquella época, monseñor Felipe Fernández, presidió la presentación del libro-catálogo de la exposición, a la que la artista dedicó dos años de su vida con el deseo de explorar nuevos territorios dentro del arte sacro, estuvo comisariada por José Siverio. Más de ocho mil personas vieron la colección, que estuvo incluida en los actos culturales programados con ocasión del Gran Jubileo del Año 2000.

La propia pintora comentó que trataba de conciliar el tema religioso con el colorido y los rasgos de la pintura moderna. También «la representación de la belleza que resplandece en la verdad de la fe, en los grandes acontecimientos de la vicisitud humana y divina de Jesús».

Por último, resaltar que Marisca Calza, que practicó una peculiar pintura figurativa, a veces de corte fauvista, además de haber hecho grabado, utilizó una rica paleta de colores que reflejaba su mafiesta vitalidad: blancos, azules, rojos, verdes, amarillos, grises, rosas y malvas, entre otros.