Hay amores que matan, o al menos eso dicen. En el pleno parlamentario de ayer hubo una inesperada muestra -por partida doble- de ese tipo de querencia que deja congelado a cualquiera. Por descontado, el presidente regional, Paulino Rivero, debió sentirse, como mínimo, sorprendido y aturdido ante tanta espontaneidad. Lo mismo le pasó más tarde al vicepresidente, José Miguel Pérez, que también recibió su dosis de cariño -quisiera o no-.

El secretario general de los populares, Asier Antona, cuando llevaba ya un rato dándole un repaso en condiciones a la gestión de Rivero en materia fiscal, de pronto, sin aviso y sin anestesia, le soltó aquello de que la derrota entre los suyos en la carrera por la candidatura nacionalista a la Presidencia se debió a que no le hizo caso al PP ya que apostó por una política equivocada y por el enfrentamiento. Eso sí, semejante rapapolvo partió "desde el cariño".

No bastaba con recordarle a Rivero que no repetirá en la competencia por gobernar las Islas, había que coronar la reprimenda con el siempre tan odiado "te lo dije". De haber seguido las instrucciones de los populares, remarcó Antona, el presidente ayer no estaría en situación de interinidad y le habría ido mejor en sus aspiraciones. Estaba claro que hablaba desde el cariño.

Uno se pregunta qué pudo haber pasado por la cabeza del mandatario en ese momento. Lo de "no me quieras tanto, quiéreme mejor" es una posibilidad, aunque no la única. En todo caso, parece una opción más probable a que se haya sentido halagado o abrumado por la inesperada muestra pública de cariño.

Hay que recordar la más que consolidada tradición de intercambios de reproches y acusaciones en lo que va de legislatura -más de tres años- que han protagonizado, precisamente, ambos dirigentes.

Pero Rivero no fue el único líder del Gobierno que: a) no repetirá en la candidatura a la Presidencia y b) fue objeto ayer del inesperado cariño de los conservadores.

El vicepresidente regional también obtuvo su parte cuando una desenfadada María Australia Navarro, portavoz popular, le recriminó sus argumentos sobre qué fue primero, la amenaza de la ruptura de relaciones institucionales entre Canarias y el Estado -que no se ha llegado a materializar- a cuenta del petróleo o el desprecio del Estado hacia Canarias por su silencio sobre la consulta en esa materia.

Lo del huevo y la gallina parecía un juego de niños al lado del dilema que ayer abordaron sus señorías con cara de circunstancia y solemnidad.

"Basta del chantaje, de las amenazas, del miedo, de anunciar catástrofes que solo están en su imaginación y en la del presidente Rivero", espetó con fuerza Navarro justo antes de modular el tono para añadir, casi con dulzura, que se lo soltaba en la cara "desde el máximo respeto y con el cariño que nos tenemos".

Queda claro que desde fuera es difícil valorar el verdadero aprecio y consideración que se guardan los políticos entre ellos. El pleno de ayer fue una lección de humildad para quienes creían saberlo.