En este mes se cumplen 30 años del gran incendio de La Gomera, pero el fuego sigue vivo en el recuerdo, ya que quemó algo más de 700 hectáreas y acabó con la vida de 20 personas, entre las que cabe destacar al que fuera gobernador civil de la provincia de Santa Cruz de Tenerife, Francisco Javier Afonso Carrillo, de 36 años de edad, casado y padre de un hijo.

Es lógico que este incendio sea difícil de olvidar porque, según lo calificaron, "fue la mayor tragedia humana que ha vivido La Gomera en los últimos años".

Se desconoce si los lamentos de quienes perdieron la vida los oyó alguien, pero lo que sí se sabe es que una voz emitida entre los atrapados por el fuego fue la del gobernador civil Francisco Afonso Carrillo, quien, a las 15:45 horas, cogió el teléfono de su coche y dijo: "Estamos acorralados". A partir de ese momento, no se supo más de él ni de sus acompañantes, que también fallecieron quemados: Bartolomé Alonso, su secretario; José Brito Villalba, su conductor, y Florencio Ballesteros Jiménez, sargento de la Guardia Civil.

Hoy vamos a recordar aquel triste suceso con una de las personas que participaron en las labores de extinción del incendio, Manuel Armas Herrera, que por aquel entonces era el director del colegio gomero Ruiz de Padrón.

El día 10 de septiembre de 1984, sobre las 22:00 horas, un conato de incendio surgió en el pinar de la zona alta de La Laja, lo que alarmó a la población de San Sebastián. Se comentó que era propio de la gente el quemar rastrojos y no sofocarlos debidamente, si bien algunos dijeron que, por rencillas con un tema de agua, algún vecino había iniciado el fuego. Jamás se pudo demostrar nada.

La Guardia Civil se percató de la situación y puso alerta a los servicios de Icona y del Cabildo para afrontar al incendio, y a las 23:00 horas se apreciaba su resplandor desde la Villa. Los vecinos dieron una batida por los lugares de noche, invitando a los jóvenes a ayudar.

Cuenta Manuel Armas que "vimos juntos, desde las 22:30 horas, el resplandor de las llamas y a las 00:30 horas decidimos ir para La Degollada de Peraza. Llegamos al bar de Nilo Hernández, que era el lugar de concentración de los equipos de extinción. Allí encontramos a mucha gente, como Ramón Arteaga, un hermano suyo y conductores de su empresa, los cuales llevaron camiones y palas mecánicas de su empresa para ponerlos al servicio de la causa".

El fuego ya llegaba a las cercanías de la ermita de Las Nieves. Algunos se acercaron a sus inmediaciones y pudieron apreciar, desde la carretera frente al Roque de Ojila, que de noche era imposible atacar aquel fuego que ascendía por el angosto barranco.

El eco del suceso trajo consigo que el gobernador civil, Francisco Afonso Carrillo, del Puerto de la Cruz, se desplazara a La Gomera igual que algunas dotaciones de bomberos a primeras horas del 11.

Manuel Armas, estando en su casa cambiándose de ropa para incorporarse a las tareas de extinción, pensó que algo iba mal cuando oyó unas pitas a lo lejos de coches que se dirigían al hospital, al que se trasladó y se conmovió al oír: "Hay muchos muertos. Esto es muy trágico".

El diputado regional Alonso Trujillo fue el primero en reconocer el cuerpo calcinado del gobernador civil Afonso Carrillo, sobre todo porque portaba sus prendas personales como el reloj, el anillo y la pulsera. Este hombre murió quemado porque, estando a 100 metros del fuego, nunca se imaginó que, al cambiar de dirección y tomar fuerza el viento, las llamas en forma de bola subieran por la ladera, arrasaran todo lo que estaba en la vía donde se encontraba, y pasaran al otro lado del monte.

La imagen de su cuerpo y la del resto de fallecidos fue captada por el fotógrafo de EL DÍA en aquel entonces Pablo Afonso, pero las autoridades prohibieron publicarlas, a pesar de tener permiso del juez Vicente Feltret. Fue encarcelado por orden del exdelegado del Gobierno Eligio Hernández. Pablo Afonso consiguió huir de la cárcel y trasladar las fotos a Tenerife. La imagen del gobernador civil Afonso Carrillo y otros no se publicaron y hoy tampoco por respeto y sensibilidad.

Para el testigo, ayudante y superviviente del incendio de La Gomera Manuel Armas Herrera "este es uno de los episodios más difíciles de recordar y que ha dignificado la valentía y el arrojo de cuantos dieron su vida altruistamente por La Gomera. Siempre los he llamado "los grandes mártires de la ecología". Sin duda una de las tragedias vividas por esta Isla y en la que se aprendió bien la lección de que la osadía, la ignorancia y la imprudencia para hacer frente a estas contingencias no sirven de nada".