Las notas son agudas para avisar de su llegada. Salen de su "xipro". Bueno, de la flauta. Jesús Rueda empuja el carro de forma pausada en busca de cuchillos que afilar. También valen tijeras. Lleva 27 años detrás de la misma herramienta con la que intenta ganarse la vida. Al menos, para comer. Con eso le vale.

En un día bueno, muy bueno, "puedo ganar 20 euros, pero más no". Lo normal son apenas "6 ó 7 euros". Para lograrlos es capaz de estar toda la mañana recorriendo la ciudad. Y es que en La Palma "la cosa está muy mal, floja. Uno intenta sobrevivir afilando cuchillos, pero tras 19 años viviendo aquí he tenido que irme a Las Palmas. Sigo viniendo, eso sí".

Rueda, de aspecto fuerte y vestido con ropa simple, despierta cierta expectación. La mayoría lo observa desde la distancia. A los más jóvenes les cuesta reconocer su trabajo. Parece de otra época. ¿Parece?, quizás lo sea. Eso sí, "respetan lo que hago". Tampoco es muy común verlo. Dice que con el afilador "no trabajo todos los días". Y es que si sale a diario a lo mejor no saca nada. Prefiere hacerlo "de vez en cuando". Cuando regresa a La Palma se mueve por Santa Cruz: "Aquí tengo un cliente al que acabo de afilar tres cuchillos por seis euros. No tengo más. Lo que va saliendo... si sale. Antes tenía otras personas fijas, pero han ido cerrado sus bares", se lamenta.

Recuerda cuando su vida fue un poco mejor. Tenía una moto, "era una derbi", y se podía trasladar a Los Llanos de Aridane, "pero me la robaron y tuve que volver al carrito. Con la moto era diferente, podía ir a más sitios. Ahora no puedo llegar a los barrios más alejados". Un hurto en el que seguro no se calculó, ni de lejos, el daño real causado.

En Gran Canaria, al menos, "uno se puede mover más. Hay más gente. Vas por Chamán, Escaleritas, Santa Catalina, Vecindario, Carrizal... pero mira que en La Palma la cosa está mal (reflexiona), ¿eh? Hay días en los que uno se pega a dar vueltas para nada. La gente no tiene dinero y el poco que tiene pues tampoco se lo gasta el afilar cuchillos".

Jesús Rueda se conforma, no le queda otro remedio, con poco, "con escapar". Al menos "saco para comer". Se sabe administrar: "El día que gano 10 ó 20 euros pues me da para comprar unas papas o huevos. Rico con el carrito no te vas a volver, eso seguro. Ni lujos tampoco. Si te digo la verdad, a mi no me gustaría estar tirando de esto (el carrito), pero la vida es así....".

Es consciente de que es una profesión "que está desapareciendo" porque cada vez la gente afila menos y acude más a las tiendas para renovar sus antiguos utensilios, pero "lo mío viene de herencia", afirma. Mira hacia detrás para recordar: "Un tío mío que era de Granada era afilador e iba a Almería. Y se ganaba la vida. A lo mejor ganaba dos o tres mil pesetas. Ya murió hace años".

Desconoce si en La Palma hay más personas que sobreviven afilando cuchillos: "Me han dicho que por Argual hay otro, pero nunca lo he visto". Nació en Almería y acabó, al menos por ahora, en las Islas: "Mira que la vida da vueltas".