Pieza que durante siglos estuvo relacionada con la estética masculina, el pantalón ha hecho un largo viaje hasta llegar al armario femenino. Sucesor de las llamadas bragas, que las clases populares utilizaron hasta finales del siglo XVII, el pantalón simboliza la masculinidad. La conocida expresión "llevar los pantalones" lo relaciona directamente con los hombres y más allá de ello, con el poder.

A finales del siglo XIX y principios del siglo XX, algunas osadas mujeres se dejaban ver utilizando pantalones, normalmente para alguna actividad deportiva.

Coco Chanel, siempre adelantada a su tiempo, causó espanto cuando, cansada de montar a caballo con faldas voluminosas y a lo amazona, es decir, de lado, decidió vestirse un pantalón de montar masculino y se quedó tan a gusto, subida a su caballo a horcajadas, como lo hacían los chicos. Aunque para la clase alta, la práctica de deportes justificaba el uso de los pantalones para las mujeres, la gran mayoría de la población femenina ni soñaba ponérselos.

Las dos grandes guerras mundiales fueron, sin duda, el empujón que las mujeres necesitaban para ponerse los pantalones. Con los hombres en el frente y la necesidad de trabajar en las fábricas y realizar tareas que hasta entonces eran exclusivas de ellos, las mujeres se vieron socialmente liberadas para vestir pantalones sin culpa.

Aún así, su utilización por las mujeres no era algo bien visto. Una mujer "de bien" no llevaba pantalones. En las siguientes décadas fue el cine el que se encargó de, poco a poco, cambiar la mentalidad a respeto de ellos. Uno de los grandes iconos del cine a popularizar el pantalón femenino fue Katharine Hepburn. Se cuenta que en el "set" de rodaje de una de sus películas, ya en los años 30, sus pantalones fueron robados. ¿Su reacción? Estuvo merodeando por el estudio en ropa interior hasta que reaparecieron sus pantalones. Del episodio conocemos su famosa frase: "Si obedeces todas las reglas, te pierdes toda la diversión".

Es interesante observar que los primeros modelos de pantalón femenino llevaban cierre lateral al contrario de los modelos masculinos que lo llevaban, como hoy, delante. En los años 50 el pantalón vaquero hizo su hueco en el armario de los jóvenes, como símbolo de rebeldía, y a partir de ahí ya nadie podría quitar el pantalón del armario de las mujeres.

El debate sobre el pantalón femenino puede parecer algo anticuado pero, según el periódico francés Le Figaro, la compañía aérea Air France hasta el 2005 obligaba a todas sus azafatas a llevar falda. Estoy segura que se empezamos a rascar un poco encontraremos muchas compañías que siguen haciendo lo mismo con el uniforme de sus empleadas al día de hoy. Y mejor no hablamos del uniforme escolar. Hasta 1993 las mujeres estaban prohibidas de utilizar pantalones en el senado de Estados Unidos y en Turquía solo a partir del 2013 las mujeres pudieron entrar en el parlamento vistiendo pantalones. Hilary Clinton fue la primera mujer a salir en una foto oficial como primera dama en Estados Unidos vistiendo pantalones.

Por más increíble que pueda parecer, no fue hasta el 2010 cuando las mujeres fueron "legalmente" liberadas de vestir pantalones en la ciudad de París. Me explico: una ordenanza municipal vigente desde 1800 obligaba las mujeres que quisiesen "vestirse como hombres" a pedir un permiso administrativo, con certificado de salud y la rubrica de un funcionario. Rescatada el 2010 del baúl de los recuerdos, la ordenanza había caído en desuso después de más de 200 años de evolución de la indumentaria. Aún así, por si algún político tenía la mala idea de resucitar dicha ordenanza, fue finalmente derogada.

Cuestiones religiosas también envuelven el uso del pantalón. Muchas religiones lo reservan exclusivamente para los hombres en cuanto las mujeres deben llevar faldas o vestidos. Yo me pregunto si esto es solo una costumbre que viene del pasado o si habrá otro motivo por detrás de ello. Algunos lo justificarán por lo más obvio: los pantalones dejan ver más curvas del cuerpo femenino ya que envuelven las piernas y ajustan las nalgas. Otros llegan a citar un pasaje de la Biblia que dice que una mujer no debe vestir aquello que pertenece a un hombre. Las interpretaciones pueden ser muchas. Lo importante, como siempre, es pensar.

En una sociedad que pretende ser tan moderna pero que se sigue escandalizando con tantas cosas, parece que, gracias a mujeres valientes que lucharon por su derecho a la libertad de escoger en el pasado, el pantalón femenino ya no es noticia. Bien. Vamos a por los hombres con falda.