Una alineación de genios

Si la velocidad es el resultado de dividir espacio por tiempo, la fórmula no se materializó ayer en el salón de actos del Museo de la Ciencia y el Cosmos, con ocasión de una atractiva mesa redonda donde comparecían tres científicos galardonados con el Nobel, caso de Harold Kroto (Química, 1996), John Mather (Física, 2006) y Robert Wilson (Física, 1978).

El horario fijado para el comienzo sufrió un sensible retraso (tiempo); el aforo no pudo acoger la capacidad de convocatoria de los científicos (espacio) y el presidente del Cabildo llegó tarde, presentó brevemente el acto y salió disparado (velocidad).

Lo cierto es que la expectación que generan estos genios no se reduce a un círculo de iniciados. Las butacas, el fondo y los laterales se poblaron de un heterogéneo conjunto donde, si bien dominaban expertos astrofísicos; masters del universo, claro, o estudiante, también hubo cabida para profanos que sintieron la atracción y la curiosidad que despierta constatar que un Nobel es, realmente, una persona de carne y hueso.

Y sin protocolos y con atuendos informales se presentaron los protagonistas en el estrado, donde los recibió el presidente del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC), Andrés Rebolo, seguidos por los dispositivos móviles. Había que inmortalizar un instante que acaso no vuelva a repetirse.

Ninguno de los tres habla español y la traducción simultánea del inglés al castellano provocó momentos de distracción.

Cada uno se presentó esbozando un somero perfil, desde Robert Wilson y su trabajo sobre Radiotelescopio, los furenelos (cristalización del carbono) que definen a Harold Kroto (con camiseta y chamarra propia de estudiante de un campus) o el fondo cósmico de microondas de John Mather, quien asomaba por el bolsillo de su camisa un billete de avión.

La dinámica del acto se abrió entonces al turno de preguntas del público. La primera se refirió a su visita al Observatorio del Teide y si conocían el experimento "Quijote" sobre polvo cósmico.

Las respuestas se decantaron por la duda sobre el fenómeno, dado que no existen certezas científicas, sino hipótesis en relación al estudio de frecuencias de onda o la medición de gran precisión.

A continuación, la cuestión se dirigió a si existe competición entre los furenelos de Kroto con los grafenos, lo que provocó una respuesta científica y el primer detalle de humor cuando el químico señaló: "Espero que con la técnica actual, los químicos brillantes sean capaces de encontrar una aplicación material a mi investigación".

Y entonces, tras intercambiarse entre risas los auriculares que entorpecían el diálogo, recordaron los medios con los que experimentaban hace décadas, como trazar el mapa de una galaxia a mano o el bloqueo de un ordenador cuando intentaba procesar resultados al tiempo que debía fijar un punto de observación.

A los jóvenes los animaron a "descubrir", pese a la crisis y aunque los fondos para ciencia no cubran su necesidad de respuestas. Y sobre la faceta de divulgación insistieron en que los niños deben experimentar, sin el corsé del examen, y desarrollar su sentido innnato.

A la pregunta final sobre qué deseo pedirían si dispusieran de una varita mágica, elemento opuesto a lo científico, las respuestas fueron desde experiencia y práctica; un microscopio y un telescopio o un sistema educativo.

El 26 de septiembre, Tenerife vivió una alineación de genios.