La mujer africana vive un proceso de "empoderamiento" en el continente que en los últimos años las ha llevado incluso a las esferas de poder, y allí donde ellas acceden a los gobiernos, ya sea como presidentas o como ministras, han contribuido a evitar o a disminuir los conflictos armados.

El caso de Liberia, donde gobierna Ellen Johnson-Sirleaf desde 2005, "es paradigmático", afirma la caboverdiana Vera Duarte, expresidenta de la Comisión Africana para los Derechos Humanos, quien desde ese puesto promovió la adopción de un protocolo adicional a la carta africana de los derechos humanos dedicado específicamente a la situación de la mujer.

Vera Duarte, que participa en Tenerife en Campus África, un seminario internacional en el que se analiza la situación de ese continente a la luz de los objetivos del milenio, comentó que el ascenso de la mujer en el continente es "un movimiento consciente" que avanza paralelo a la extensión de la educación y la salud, áreas de las que en muchos casos estaban y siguen excluidas.

La pobreza, el analfabetismo, las prácticas tradicionales como la mutilación genital o los casamientos a los doce años, la violencia contra las mujeres, la poligamia y la desigualdad dentro de los matrimonios eran las situaciones que se quisieron abordar con el protocolo sobre los derechos de la mujer africana, explica.

Esa iniciativa formó parte de "un movimiento consciente de empoderamiento de las mujeres de África", que ya no se limita a ejercer su poder dentro de la familia, sino que está preparada para la vida pública.

Los conflictos armados forman parte de los grandes problemas de África, en la guerra es donde la situación de las mujeres es más precaria y más sufrida, por eso, cuando acceden al poder político contribuyen a evitarlas.

Las mujeres tienen tendencia a buscar soluciones por el diálogo y no por las armas.

En Liberia, explica Vera Duarte, había una guerra permanente y situaciones muy dolorosas de violación de los derechos humanos, pero el país se apaciguó con Ellen Johnson-Sirleaf, por eso es "un caso paradigmático" sobre la influencia beneficiosa de la presencia de las mujeres en el poder.

Cabo Verde, de donde procede Vera Duarte, fue el primer país africano en contar con un gobierno paritario de hombres y mujeres, y después ha habido otros, "pero muy pocos", indica la experta en derechos humanos.

Siempre ha habido gran resistencia a la participación de la mujer en la vida pública, pero cuanto más universal es el acceso a la educación "las puertas se abren" para ellas en los centros de poder.