Todo el mundo habla de Cataluña y de su referéndum soberanista, que no se va a celebrar. A los catalanes la gente les empieza a coger un poco de ojeriza, pero esto es injusto, porque no todos los catalanes piensan lo mismo que Mas. Son más los que no tienen sus ideas, sino otras.

Hace poco tuve la oportunidad de cenar con un importante industrial catalán del ramo del cava. Reprobaba totalmente la actitud de Mas y de su cuadrilla, se sentía catalán y español y sentía que su propio Gobierno lo podía arruinar.

Qué sensación tan rara debe ser esa: que los que has votado para que defiendan tus intereses te dejen en mitad de la calle, con frío y en pelotas; Mas es un irresponsable y su cuadrilla también. Y qué decir de ese tipo tan feo de Esquerra Republicana, que te mira de reojo siempre y que mete miedo, el tal Junqueras o así.

Y, luego, que son unos demagogos terribles. Más que los socialistas, que ya es decir. Se han convertido los catalanes soberanistas en unos señores muy antipáticos que quieren convencernos a todos a la fuerza, con su sectarismo y su doctrina falsa.

Porque, ¿qué piensan ellos que dirá y hará Europa? Lo de Escocia, que estaba mucho mejor planteado y algunos de cuyos postulados independentistas compartimos, fracasó. ¿Qué piensa Mas que ocurriría en Cataluña si el Gobierno de Madrid le dejara realizar la consulta? Pues que iba a quedar en ridículo.

Pero ahora, en todos los telediarios, en todos los periódicos y en todas partes ya no se habla sino de Mas y del pederasta de Lavapiés. Los dos me tienen personalmente hasta el moño; uno, Mas, por pesado y demagogo; y el pederasta por hijoputa.

Este país cuando la toma con un asunto no lo suelta. ¿Quién se acuerda ya de Bárcenas? El otro día vi una película muy mala de Paco León, protagonizada por su madre y su hermana, y la cacatúa que manejaban en casa se llamaba "Bárcenas". Eso también es demagogia socialistoide barata. No venía a cuento.

Bueno, pues esta será la semana del referéndum catalán, que ha sido estudiado por los miembros del Consejo de Estado, que son unos vagos ilustres, antes de que el Gobierno recurriera la convocatoria ante el Tribunal Constitucional. Ya lo ha hecho y, por unanimidad, el alto tribunal ha admitido a trámite los recursos presentados por la abogada del Estado. Así que Mas se queda sin referéndum y a Junqueras se le desparramará el ojo bailón.

Se van a gastar los catalanes (bueno, todos los españoles porque la caja es común) 9 millones de euros en la organización del "evento". Aunque no se celebre. Que ni chiquita cara tiene el Mas ese. ¡Visca Catalunya!: el que la coja, es suya.