Los vecinos del emblemático caserío de Masca, en Buenavista del Norte, reclaman numerosas mejoras en uno de los rincones más visitados de Tenerife, pero sin que este Bien de Interés Cultural (BIC) pierda su esencia y su vida interna. El presidente de la asociación de vecinos Barranco de Masca, José Riquelme Díaz Gorrín, enumera las carencias de la zona y considera que las administraciones públicas no pueden convertir este lugar "en Mascalandia, un parque temático sin habitantes".

"Masca no puede ser un jardín privado de las administraciones ni continuar siendo un BIC con la cabeza agachada. Necesitamos que la buena sintonía que parece que tenemos ahora con las administraciones públicas se convierta en música, en realidades concretas", subraya Riquelme Díaz.

En Masca viven unas 80 personas y hay alrededor de una decena de negocios. La asociación de vecinos considera que algunas de las principales necesidades del caserío son organizar y regular la llegada de visitantes, "para evitar el caos que se produce en determinados momentos"; crear senderos peatonales que conecten los núcleos de El Turrón, La Piedra y El Lomo, "para evitar que niños y personas mayores tengan que transitar por una carretera con tráfico de vehículos y guaguas", y poner en marcha un servicio sanitario de primera intervención o una base de ambulancia, "para evitar que por una caída leve tenga que actuar el helicóptero".

Díaz recuerda que hay muchas viviendas que "tienen que seguir tirando las aguas fecales a las pencas, ya que no se da una alternativa legal ni se han instalado las pequeñas depuradoras y filtros verdes que llevamos años reclamando para todos los caseríos".

"También han habilitado accesos a los caseríos, pero sin viraderos, de manera que ni las ambulancias ni los bomberos entran. Eso provoca situaciones como que tengamos que sacar a un vecino enfermo a hombros, bajo la lluvia, porque la ambulancia no llega hasta su casa", lamenta.

Tampoco se han habilitado las tomas contraincendios que, según la asociación, "nos prometieron desde el año 2008". En 2007, el gran incendio forestal quemó siete casas en Masca. "Hay dos grandes depósitos llenos de agua, pero resulta que no hay tomas para usarla para apagar un fuego", critica Díaz.

La lista de demandas continúa: "La carretera de acceso se ha reformado, por fin, pero el Plan Especial de Masca, que lleva 20 años en redacción, ha costado más de 70.000 euros y nunca se termina; los dos edificios públicos, que albergaban el centro de visitantes y el museo etnográfico, vuelven a estar cerrados y no crean puestos de trabajo estables; se llevaron los teléfonos públicos, y esto es un parque rural y nunca han ayudado a los agricultores a que accedan a sus terrenos".

Los vecinos reclaman la retirada de los cables

José Riquelme Díaz recuerda que Masca es un Bien de Interés Cultural (BIC), "pero eso no ha sido suficiente para que las administraciones responsables se decidan a retirar todo el cableado eléctrico aéreo y los cables que ocupan las fachadas de las casas". A su juicio, la imagen de Masca se ve "muy perjudicada" por los cables y considera "una vergüenza" que todavía no se hayan soterrado las líneas eléctricas y de telefonía. A pesar de los cables, en el caserío también hay dificultades para acceder a la banda ancha para usar internet.