Las verdades y las mentiras que se han contado sobre la Guerra Civil española, según el bando en el que estuvo integrada la fuente, es el eje de la novela "La maleta y el obelisco", que acaba de publicar Andrés Servando Llopis en la colección Atlántica Narrativa de La Página. Esta obra será presentada hoy, a las 19:30 horas, en la sede del Instituto de Estudios Canarios en La Laguna, por el profesor de la Universidad de La Laguna Rafael Fernández Hernández.

Los personajes centrales de esta narración, "de media distancia", asegura su autor, son Rodrigo Corbacho, un guardia civil retirado que vivió en sus carnes la Guerra Civil en Extremadura y suegro de Esteban Ortiz, un joven que recupera una maleta olvidada llena de recuerdos de su padre, Ulises, un republicano que sufrió la represión derivada de aquel conflicto que enfrentó a los españoles entre sí.

Servando, arquitecto técnico y escritor vocacional con cinco libros publicados, resumió que la historia se desarrolla "entre un yerno y un suegro, que es ex guardia civil, y hay una disputa familiar porque se hace limpieza en la casa y van a tirar una maleta, que es una especie de herencia del padre del chico, donde guardaba una serie de papeles que para el joven son importantes recuerdos. Encierra como dos historias, una secreta, la historia de la persecución que sufrió su padre en la Guerra Civil, y otra parte cultural, sus recuerdos, recortes de periódico.... Mientras ven un partido de fútbol en la tele discuten un poco de fútbol y también de política".

Al parecer, el suegro narra, "a través de su voz y la de sus amigos, recuerdos y ensoñaciones de las vicisitudes que vivió y en cierta manera justifica el comportamiento del alzamiento de los nacionales. La discusión no es violenta, sino tolerante por ambas partes. El joven achaca todos los males a la dictadura y el otro justifica que aquello se hizo para mantener el orden. La maleta representa simbólicamente la parte juvenil, que guarda los secretos de los que no se pueden hablar, pero en algún momento quieres hablar de ello, y el mayor sería el obelisco".

Este escritor concretó que la obra, cuya trama se desarrolla en Canarias en los años 80, tiene un trasfondo muy determinado. "El libro contiene una relación de la bibliografía que he consultado, porque en el fondo la obra sugiere que se estudie mejor la historia de lo que sucedió. Todo el mundo habla de la radicalidad de aquellos momentos sin tener idea. A partir de la democracia se han publicado una serie de libros de historia locales, tantos de Canarias como en Extremadura, donde se cuentan cosas bien documentadas que no figuraban en los libros de historia porque era imposible hablar de la represión, las venganzas, las denuncias...".

El acontecer de la novela, con varios "feedback" por parte de ambos personajes centrales, deriva en que el joven quiere recuperar el pasado de su padre, que "sufrió en Tenerife la represión por haber pertenecido de joven a la masonería, era aprendiz, pero aquello lo abandonó, pero fueron a buscarle por una denuncia falsa. El viejo tiene todo en su memoria un poco tergiversado".

Esta historia de ficción también incluye algo inesperado que encierra una moraleja. "La riada provocada por una tormenta como la del Delta se lleva la maleta y un rayo parte el obelisco. Esto significa la destrucción de las posibles malas interpretaciones de las cosas. Lo que quiere dejar entrever es que lo que hay que hacer es meditarlo y estudiarlo a partir de la tolerancia. Las verdades no son absolutas, pero siempre podemos acercarnos a ellas".

Al final, "La maleta y el obelisco" dibuja a un ex guardia civil que "tuvo que combatir forzado en la contienda y en cierta manera terminó asqueado de todo aquello. Fue limando la violencia que presenció en aquella época y que el tiempo lo cambió. Se autoperdona. El joven no participó en nada de esto y se justifica por lo que escuchó de niño en su casa. Su padre fue un trabajador honrado y serio, pero aquellos acontecimientos lo dejaron marcado para siempre a él y toda su familia".

En este sentido, Servando invitó a los jóvenes a que lean libros históricos de autores solventes para que se hagan una idea lo más aproximada posible de qué ocurrió verdaderamente en aquel periodo y lo comprendan.

Él ha tratado de ofrecer en esta novela de ficción algunos retazos de aquellos acontecimientos, sin ánimo de ofender a nadie. Y lo ha hecho con un estilo sencillo, aunque reconoce que "me cuesta escribir porque trato de hacerlo de la manera más clara y diáfana posible, pero sin caer en la vulgaridad".