El presidente ruso, Vladímir Putin, reconoció ayer que tanto los separatistas prorrusos como las fuerzas gubernamentales incumplen el alto el fuego en el este de Ucrania y los acuerdos de paz suscritos en septiembre en Minsk.

"Lamentablemente, el acuerdo no se cumple en su totalidad ni por uno, ni por otro bando, ni por parte de las milicias (separatistas) de Novorrosía (nombre que le dan a la región del este de Ucrania bajo su control), ni por parte de los representantes de Ucrania", dijo durante una rueda de prensa transmitida en directo por la televisión rusa.

Putin, quien hizo estas declaraciones tras reunirse en Milán con el presidente ucraniano, Petró Poroshenko, llamó a Kiev y a los separatistas a implementar "lo antes posible" el Memorándum de Paz de Minsk, suscrito el pasado 19 de septiembre.

Ésta fue la tercera reunión entre ambos mandatarios desde el estallido en abril del conflicto en las regiones orientales de Donetsk y Lugansk, tras las celebradas en junio en Normandía y en el mes de septiembre en Minsk.

Coincidió con Poroshenko y los otros líderes del Cuarteto de Normandía -la canciller alemana, Angela Merkel, y el presidente francés, Francois Hollande- en que el marco para el arreglo del conflicto es el acuerdo suscrito en la capital bielorrusa y que incluye la creación de una zona de seguridad sin armamento pesado de 30 kilómetros.

En particular, llamó a ambos bandos a crear "lo antes posible" una línea de separación para estabilizar definitivamente el frente en esa zona desmilitarizada, "lo que posibilitará el cese definitivo" de los ataques llevados a cabo contra la población civil.

El alto el fuego

Putin reconoció que hay "razones objetivas y subjetivas" para que ambos bandos incumplan el alto el fuego, como es el hecho de que en ciertas localidades los milicianos siguen combatiendo para proteger a sus propias familias. "Lo importante es frenar el derramamiento de sangre ahora mismo", subrayó. A su vez, dio un inesperado espaldarazo a la ley de autogobierno promulgada por Poroshenko que concede tres años de autonomía a los separatistas prorrusos en el este de Ucrania.