Agarra con desconfianza el trofeo recién conquistado. Quizás, no se fía de los mafiosos que retrató con palabras en "Milena o el fémur más bello del mundo", la trama con la que acaba de ganar el Premio Planeta de Novela 2014. "Esta no es una historia testimonial, ni el relato de una relación que viví con ella. No porque yo no hubiera querido tenerla, ya que Milena es la mujer más bella del mundo, sin duda, por lo menos su fémur lo es", comenta el periodista y escritor mexicano Jorge Zepeda Patterson (Mazatlán / 1952) en referencia a un libro que habla de una libertad robada, de sexo comprado, de gente poderosa que se mueve en el lado oscuro... "Un corrupto no se mira a un espejo y dice: ¡carajo, pero qué corrupto soy!", vaticina un profesional de los medios de comunicación que no está dispuesto a perder el norte. "Como periodista entiendo que soy una celebridad momentánea".

¿Cansado de dar tantas explicaciones?

Este premio es una experiencia muy fuerte que te mete en un vértigo durante unas horas...

¿Teme que coloquen un foco demasiado potente sobre usted; sobre su escritura?

Eso no me da miedo; más bien lo agradecería. Un escritor escribe para ser leído, de la misma manera que la primera autoexigencia de un periodista es que alguien se fije en sus artículos.

¿Se queda tranquilo tras haber hecho sufrir tanto a Milena?

Esta historia, que podría ser perfectamente de color negro, es altamente deprimente... Lo que ocurre es que a medida que avanza la novela la realidad se transforma en un relato de amor y supervivencia de una mujer que ha sido condenada por su extraordinaria belleza.

Una historia de corruptos, ¿no?

La canallesca es algo universal. Se la conoce bien en México, en España y en cualquier otro país del mundo. Los temas de corrupción cruzan todas las latitudes y casi siempre bajo el mismo patrón. Un corrupto no se mira a un espejo y dice; ¡carajo, pero qué corrupto soy!

¿Es más fácil denunciar esos desvaríos desde la ficción?

Después de varias décadas ejerciendo el periodismo he llegado a la conclusión de que hay informes oscuros de la realidad que la ficción puede retratar mejor.

¿Pero existe el riesgo de no saber identificar dónde está lo real y qué se escribe desde lo imaginario?

Los niveles de humanidad de los hechos que alguna vez he tenido que cronicar no se pueden traducir con palabras en un periódico, pero la ficción sí que me proporciona las herramientas adecuadas para entrar en esas zonas oscuras.

¿Cambia mucho el Jorge Zepeda articulista con respecto al novelista?

Sí que cambia. El periodista apela a la razón, mientras que el novelista tiene que evitar realizar un discurso. La tentación del periodista es hacer ficción recurriendo a un exceso de explicaciones. Es cierto que ambos oficios comparten unos elementos muy útiles, pero si el periodista le gana al escritor, la novela será mala. Cuando me siento a novelar estoy obligado a expulsar de mi interior al periodista para que trabaje el escritor. Él es el que tiene que hacer conmover al lector con las situaciones caóticas que sufren los personajes.

¿Eso es como ir a pecho descubierto?

Mi arribo a estas praderas fue algo tardío (sonríe). Yo hice "Los Corruptores" (Planeta) a los 59 años. A esa edad, creo, el oficio de escribir está bien hecho y la prosa sale más fácil. No es lo mismo tocar un blues que interpretar a Chopin. El instrumento es el mismo, pero hay que dominarlo antes de entender que todas las teclas de un piano tienen un sonido distinto. Yo, por ejemplo, siento que no escribiría estas novelas si antes no hubiera existido la pluma fluida del periodista: el reto era hacer una novela que no fuera un discurso periodístico.

¿Qué importancia le otorga a la palabra en sus creaciones?

Cualquiera que aspire a ser un buen escritor o un buen periodista está obligado a convertirse en un artesano de la palabra. Eso significa encontrar el adjetivo más adecuado para describir una atmósfera, para perfilar la fisonomía de un personaje, para lograr atrapar la curiosidad de un lector... Escribir se puede hacer bien o mal en función de lo acertado que estés a la hora de dar con la palabra precisa.

Hablando de palabras, en sus artículos hay términos que en Canarias se comprenden mucho mejor que en muchas zonas de la geografía española peninsular.

Eso es algo muy lógico si tenemos en cuenta que en la zona del Caribe y América del Sur existen unos giros lingüísticos que llegaron desde las Islas para enriquecer y aportar un tono muy peculiar a las formas de expresión que existen al otro lado del charco.

Antes dijo que el periodista no le puede ganar la batalla al escritor; ¿teme que el novelista devore al Jorge Zepeda periodista?

Esa no es una de mis preocupaciones. No lo es porque no soy uno de esos jóvenes de 25 años que escriben un "best-seller" que es casi condenatorio. Conozco bien el terreno que piso. Como periodista entiendo que soy una celebridad momentánea. Dentro de un mes formaré parte de una noticia vieja y dentro de dos años habrá dos Premios Planeta que empezarán a tapar el éxito que disfruto en estos momentos.

¿Ha llegado a arrepentirse por esa entrada tardía al mundo de la literatura?

La escritura novelada requiere tiempo y yo no lo tenía cuando me dedicaba de lleno al periodismo. Yo no escribí "Los Corruptores" para encontrar una notoriedad literaria, sino como agradecimiento a los muchos años en los que fui lector. Más que un novelista con éxito; yo me definiría como un lector profesional y voraz.

¿Practicar el periodismo desde las dos orillas -América Latina y Europa- le ha permitido encontrar muchas diferencias de estilos y formas?

El periodismo europeo es más interpretativo y de síntesis, mientras que el latinoamericano abreva en el modelo anglosajón en el que se recurre mucho a todo eso del qué, cómo, cuándo y dónde... Las influencias de diarios como El País o Le Monde nos fueron incorporando poco a poco al abordaje de un periodismo de mayor contexto y no tan obsesionado por la nota inmediata, es decir, por el hecho puro aunque explicara poco.

En un país en el que los mirlos blancos literarios abundan, ¿cómo se ha tomado ser el primer mexicano que recibe el Planeta?

Yo soy muy consciente de mis limitaciones; un periodista devenido a escribir novelas que intentan ser eficaces y contar una historia razonablemente bien. Hay profesionales de la escritura de mi país que merecieron antes vivir algún día como este, pero me ha tocado a mí y no me voy a denigrar por ello. Soy consciente de que este libro no será una joya que tendrán que rescatar dentro de 50 años, pero es una buena novela. No pretendo hacer una literatura con letras de bronce, para eso ya vinieron Juan Rulfo u Octavio Paz. Me conformo con oír a las personas que me reclamaron los insomnios que le originaron la adicción por las páginas que yo he escrito.

¿No cree que ya ha llegado la hora de cerrar el debate entre alta literatura y las lecturas pensadas para el entretenimiento?

Más allá de la situación de un fuera de serie como Alejo Carpentier y otros muchos, aquí de lo que se trata es de escribir historias que lleguen a los lectores, que hagan un uso razonable del lenguaje de forma inteligente y verosímil y que aporten una riqueza cultural. No todos los futbolistas pueden ser Messi o Ronaldo, pero se necesitan 11 jugadores en el campo que conozcan bien el oficio para que un equipo pueda ganar.