López Torres es de entre los miembros de "Gaceta de Arte" el que más lejos va defendiendo el materialismo dialéctico, luego de realizar un recorrido por Hegel, Bachofen y Schleiermacher. Se nota que le interesa el pensamiento, la teoría marxista, de la misma forma que se le ve atraído por la realidad política y de clase aunque sea de Alemania, no por cuanto suponen conexiones naturales con el vanguardismo estético, sino por sí mismas, autónomamente. Escribe sobre George Grosz y el expresionismo.

Escribir sobre Grosz y el expresionismo es lo que debe hacerse en "Gaceta de Arte". Lo que no es muy propio de la revista es hacerlo desde una perspectiva de clase y revolucionaria, sobre la revolución de 1919 de Berlín y Munich, conocida la última como la República bávara de los soviets. En estos momentos sí que estamos ante el intelectual revolucionario. Pero no toca hechos concretos, la praxis y su país, sino Alemania. Son más bien escaramuzas. Se le toma, y yo creo que con fundamento, por el teórico de la Gaceta -siempre que excluyamos a alguien de mucho mayor calado como es Francisco Aguilar y Paz-, toda vez que Gaceta estuvo muy surtida de ensayos estéticos y literarios. Sin embargo se deja el epígrafe de teórico a quien viene a practicar el ensayo de ideas o pensamiento como par opuesto al artístico o literario.

En cualquier caso, López Torres, que es escritor de verdadera talla, realiza reflexiones críticas sobre el materialismo dialéctico -el histórico tal vez se le quedaba corto-, el surrealismo, el expresionismo y el psicoanálisis que son hábiles y cumplen. No obstante, tiene indudable interés por el pensamiento elaborado en tan poco tiempo y de forma autodidacta, y muere demasiado joven para grandes progresos que, sin duda, habrían tenido lugar, dada la curiosidad y conocimiento que llevaba adquirido.

El poeta bebe en las fuentes del pensamiento, lee y cita a pensadores de ideas, no de las estéticas solamente o teóricos de arte, arquitectos y urbanistas, sus intereses son más amplios. Se mete en filosofía, antropología, psicoanálisis, sociología, historia... Puede ser el clásico intelectual, y lo hubiera sido.

Los poetas suelen ahogar sus inquietudes sociales en un lirismo de elevado tono social, muchas veces son cantos al combate. Él apenas lo hace. La poesía es un medio idóneo para ello, pero a , sin embargo, no le basta.

López Torres es un teórico sin cuajar aún, al que no puede atribuirse en ocasiones claridad conceptual y conocimiento riguroso. De sus lecturas hace un amasijo, escribiendo frases que carecen de sentido a pesar de estar tachonadas de términos como lógica, concepto, razón o pensamiento científico. No solo no distingue entre materialismo dialéctico e histórico, sino que adscribe a Hegel al materialismo ("la dialéctica materialista que va de Hegel a Marx"), y así más cosas como ésta: "El surrealismo es portador de una teoría fundamental lógica que ordena los mejores conceptos". No son todas. Estas cosas no las hubiera dicho Aguilar y Paz.

Con todo, sólo los poetas son capaces de esconder o camuflar sus flaquezas en materia de conocimiento o sus desmayos lógicos.

La inocuidad de la disidencia en términos estéticos se comprueba por su falta de repercusión política. Bajo las banderas de la estética y del arte es la ética la que ingurgitará la política. Las utopías estético sociales, teñidas de ética, son ajenas e irrelevantes a la praxis política.

López Torres aborda el surrealismo, marxismo y freudismo desde el continente del arte y literatura. A pesar de que cite a filósofos o pensadores, no trata de conjugar esas corrientes y teorías en los castillos del pensamiento.