Cuando uno escucha hablar de vinos con el respeto y la pasión que pone Roberto Santana en cada acento, hasta puede llegar a entender que ese primer encuentro que se cuela en forma de aroma por la nariz, el paladeo envolvente en el tránsito amoroso que va de los labios a la boca o el hondo suspiro del trago final no representan simples poses con las que se busca exhibir mayor empaque.

Este enólogo (uno de los mejores exponentes de los excelentes profesionales isleños) vive una relación especial con la viña, con los racimos de listán, tintilla, baboso, vijariego, albillo.., a los que acaricia con la mirada y arrulla entre las manos. Y es que "el vino se hace en el viñedo".

De ahí que no resulte extraño que al hablar de ellos se refiera a características tan humanas como la personalidad, rasgo que toman de la particular naturaleza del suelo; el carácter, esa condición que como a los hermanos diferencia a unas añadas respecto a otras, y también el alma, la nota íntima que transmiten unas labores realizadas a mano, como la caricia en el despuntado o el deshojado, faenas repetidas de generación en generación. Los franceses conjugan estas sensaciones con el concepto "terroir".

La filosofía de Roberto Santana entronca con esa raíz que denomina vinos del Viejo Mundo. "En Canarias contamos con el potencial de unos viñedos centenarios, con suelos volcánicos", explica, para definirlos como "atlánticos, frescos y elegantes", que en el caso de Suertes del Marqués se caracterizan por el "vinage" que representa el paisaje del Valle de La Orotava y unas parcelas donde nacen 7 Fuentes; La Solana; el Esquilón; Candio... La Guía Peñín, precisamente, los ha puntuado de 90 a 94.

Para Roberto, un espacio como Anaga representa "un auténtico Parque Jurásico", donde el Terciario permanece detenido. "Ahí se perciben formas de cultivo originales que implantaron los portugueses, en unos suelos arenosos donde el desorden mantiene un orden natural", dice. De ahí brota Táganan, un vino singular que ya ha paladeado el mismísimo presidente norteamericano Barack Obama. Es el valor de la diferencia frente a un mundo globalizado, que "en una época impone vinos tipo Parker o la moda de los biodinámicos y ecológicos".

Roberto volvió recientemente de la ciudad de Champagne, donde integró el equipo español de catadores que logró el tercer puesto en el campeonato mundial: "Es muy divertido, y más si hay feeling con los compañeros".

De nuevo en La Orotava, enfrascado en la faena, extiende la mano, acaricia las viñas y las llama por su nombre.