Había en Las Canteras, barrio de La Laguna, hace ya muchos años un alcalde pedáneo realmente singular y, en cierta ocasión, el único vecino que tenía teléfono recibe una llamada ya que el alcalde de la ciudad quería hablar con su subordinado, el alcalde pedáneo, por lo que salió disparado a su casa para darle el recado. De inmediato llega al teléfono el regidor del barrio con su inseparable boina bien calada, coge el teléfono y pregunta: "¿Quién llama?", contestando al otro lado: "Soy el alcalde de La Laguna", y el rebenque, al oír que era su superior, echa mano a la boina, se la quita poniéndola sobre la mesa y siguen coversando.

Y ya que estamos hablando de ayuntamientos y alcaldes, les dejo con una reflexión mía respecto al nombre de un partido político que existe en el Ayuntamiento de mi ciudad de La Laguna que se denomina Sí se Puede, pues yo entiendo que más que el nombre de un partido político a mí me parece el "spot" publicitario de un laxante. Insisto de nuevo en que es una apreción muy personal.

Existe un jocoso parte oficial que confecciona un policía municipal de La Laguna que no tiene desperdicio y que dice así: "El agente que suscribe fue requerido, pues en un bar del barrio de La Cuesta se había originado una enorme pelea y yo y mi compañero fuimos recibidos, con graves insultos y con pedradas, y a la voz de vamos a endiñarlos y jurando el santo nombre de Dios en vano, se cagaron en la madre de V.I., cuya vida guarde Dios muchos años". No me digan que el parte no es para enmarcar.

Paso seguidamente a contarles varias anécdotas del constructor de Tejeda Ambrosio Jiménez Quintana, canarión de nacimiento y lagunero de adopción pues son muchos ya los años en que vive en el barrio lagunero de Guamasa y el domicilio social de su sociedad, Cointe, está también en la ciudad donde nació San José de Anchieta, concretamente en Los Majuelos.

Una vez estaba almorzando en un conocido restaurante lagunero cuando un camarero, un "pibito", le iba a verter vino en su copa, pero Ambrosio, con unos reflejos dignos de mejor causa, se adelanta y tapa con la palma de la mano la boca de su copa, al tiempo que le dice al citado camarero: "Niño, tú no, que venga el somalí".

En otra oportunidad le dijo a su amigo y asesor Julito Fajardo: "Julio, ¿sabes que por fin pude vender aquel solar que estaba en una esquina y que tenía una forma rara?", preguntando Julio: "¿Ambrosio, y a quién se lo vendiste?", contestando Ambrosio: "A Madona", replicando Julito: "Coño, ¿a la cantante?", remachando Ambrosio: "No, al de las hamburguesas". Juzguen ustedes mismos el humor de este constructor cuasi guamasero.

En otra ocasión le dijo a un barman: "Niño, ¿nos pones dos copas de champarán?". Y en otra, estando hablando con Julio Fajardo, este estaba un poco escamado pues Ambrosio a cada momento llamaba Carlitos a uno de los que momentos antes le habían sido presentados y aquella imprevista e inusual confianza no le cuadraba, hasta que Julio repara en que el llamado Carlitos tenía en su muñeca izquierda una esclava en la que aparecía grabada la siguiente inscripción: "CALIXTO", que, evidentemente era el nombre del portador de la misma.

Una vez le preguntó a un empleado suyo: "Niño ¿tú en qué mes naciste?", respondiéndole el pibe: "En diciembre, don Ambrosio", finalizando el constructor: "Coño, sanitario como yo".

En otra oportunidad, en Madrid, tenía una importante reunión con el presidente de Cepsa Pérez de Bricio, pues la misma estaba interesada en vender unos solares cerca de la Refinería de los que era dueño mi amigo Ambrosio. Empieza la reunión sin la presencia del presidente de Cepsa, y sus asesores vuelven loco a Ambrosio con unas palabrejas como sobrecostes, repercusión en el suelo, etc., y otras coñadas, y Pérez de Bricio sin aparecer, y a Ambrosio le sonaba todo aquello a música celestial y lo tenían loco, siendo en ese instante cuando irrumpe en escena el mismo Pérez de Bricio, que se autopresenta y al que, tuteándole, Ambrosio le pgregunta: "¿Tú de dónde eres?", contestando el presidente: "Pues yo de aquí mismo, de Madrid", rematando Ambrosio con este brevísimo parlamento: "Pues mira, yo soy de Tejeda y allí el que pone el precio es el dueño de la vaca".

Una mañana temprano están desayundando en un bar cerca de Las Palmas Ambrosio Jiménez y Julio Fajardo, y en un momento determinado le pregunta Ambrosio al pibe que estaba detrás de la barra: "Niño, ¿tú eres de Tejeda, no?", contestando el chicquillo: "Coño, ¿cómo lo sabe?", finalizando Ambrosio: "Por la cara cochino que tienes; yo también soy de allí".

Una vez le dijo Ambrosio a Julio Fajardo: "¿Tú sabes por qué sabía yo que el fulano aquel era casado?, pues porque tenía el "Lancia" en el dedo".

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Un tipo a otro: "¿Usted sabe si las espadas láser de los yedays de la Guerra de las Galaxias, cuando acaba el rodaje, la productora se las regala, o si ellos son los que las compran?", contestando el otro: "Mire, pare el motor. No es necesario ni la prueba de alcoholemia".

Hasta la próxima, no me fallen y el humor ha venido para quedarse.

*Pensionista de larga duración