Andrés Pedreira, director financiero de Simpromi, 36 años, con un currículum espectacular y supuestamente con la mano muy ligera para meterla en la lata del gofio. Vaya con el bueno de Andrés, gran gestor deportivo, laureado y admirado. Mira tú al Andrés, el Robín Hood canario, le quitaba a los que tenían mucho, dice, para darle a su gente, a los que no tenían.

Solo que a los que presuntamente robaba era a los discapacitados de Simpromi. Viajes de lujo, limusinas, entradas a grandes eventos deportivos, ortodoncias y toda suerte de cuchipandas varias para su gente, eso sí, pagado con el dinero de los minusválidos. Unos 600.000 euracos de nada, que se sepa.

Simpromi viene realizando una labor encomiable desde 1993, y está claro que un garbanzo negro, aunque sea de este tamaño, no puede empañarla. Es por eso que el ladroneo continuado de Andrés duele más aún, tratándose de esta empresa. Y su excusa, la del Robín Hood, es tan cínica que avergonzaría al mayor sinvergüenza.

Imagino que la justicia será contundente con esta trapisonda, y el cabildo más aún, pero está claro que los mecanismos de control no funcionan o hay que mejorarlos. El director financiero de una empresa pública no puede vivir en un reino de taifas con su tesoro, sin que nadie revise sus cuentas y su margen de maniobra.

@sdnegrin