Si Mariano Rajoy tuviera alguna cultura, comprendería que ni a él ni a su partido se les puede perdonar. El perdón es un acto moral y conceptualmente muy complejo, de suerte que los españoles, que no están para muchos dibujos por las dificultades insuperables que encuentran cada día para la mera supervivencia, preferirían que uno y otro, en nítida y sincera expresión del perdón que solicitan, hicieran mutis por el foro, luego, como es natural, de convocar elecciones inmediatamente.

Ni a Rajoy ni a su partido traspasado por la corrupción se les puede perdonar, pues el perdón significa, entre otras muchas cosas, renunciar a la Justicia y a la reparación absoluta del mal recibido. Para colmo, Rajoy ni ha pedido perdón, sino unas febles y patéticas "disculpas", como si le hubiera pisado un callo a alguien, ni se lo ha pedido a la gente en la plaza pública, sino a no se sabe quién en un sitio cerrado, inútil, raruno y viejuno, el Senado.

Esperanza Aguirre, que es más lista que Rajoy, aunque tampoco muy inteligente, sí ha pedido perdón, pero mintiendo, con lo que a la imposibilidad metafísica de otorgárselo se añade otra de orden práctico: la de que no se puede perdonar a quien se sigue riendo ostensiblemente de uno.

No conocía de nada a los alcaldes peperos detenidos. Lamentablemente para ella, la fotografía se inventó hace algún tiempo, y los periódicos, más tiempo todavía. Lo extraño es que siendo cristianos Rajoy, Aguirre y el Partido Popular en su conjunto, ignoren, o pretendan ignorar, incluso las fases del perdón que han de recorrer obligatoriamente sus solicitantes: arrepentimiento, dolor de corazón y propósito de enmienda. ¿Qué arrepentimiento? ¿Qué dolor por el masivo y brutal daño inferido a España y a los españoles? ¿Qué propósito de enmienda? Ya podían haber venido enmendados de casa antes de dedicarse a la política, si es que cabe llamar así al oficio de truhanes en que, por acción u omisión, el PP y cuantos han pillado la llave de la caja comunal lo han convertido.

No, no se les puede perdonar por aquello que siguen y seguirán haciendo: maltratar, despreciar, saquear y empobrecer a los españoles. Nadie que uno conozca está por perdonarles, pues se trata de un perdón imposible e indeseable, se trata de acciones rigurosamente imperdonables. Váyanse con sus disculpas y sus perdones, rápido, a otra parte.