Este circo de corruptos que se ha montado en el solar de este país nos enseña, entre otras cosas, a no confiar en quienes hacen de la política un negocio. Hay muchos. Eso de que la política significa vocación de servicio lo dicen todos, pero la realidad está demostrando que a lo que va mayormente el personal es a trincar. El romanticismo en política hace tiempo que pasó a la historia. Sacrificarse por los demás es de santos; y aquí no hay demasiados santos.

El desfile por comisarías y juzgados de tanto pajarraco da una imagen patética del país, que según Rajoy está a la cabeza de la recuperación europea, pero según los telediarios está en la cabeza de la corrupción. No existe un país europeo (de los de toda la vida) más corrupto que éste. Ni siquiera Italia, que ya es decir. A la vista de todo ello no cabe la resignación, sino como creo que decíamos ayer lo ideal sería la regeneración política. Pero no es fácil llevarla a cabo cuando "el 3% pa mí" figura en la vida de miles y miles de personajes públicos, que se han enriquecido como comisionistas.

Que un señor como Bárcenas dispusiera de tantos millones en Suiza, que otro como Granados guarde "su" dinero en el país helvético (que chivatea cualquier movimiento sospechoso, no como antes) y que cualquier alcalde de pueblo vaya por la vida con coches de alta gama y gastando a espuertas no es de recibo. Que un sindicalista "herede de su madre" millones de euros y que unos chorizos andaluces de la peor ralea desvalijen los fondos del empleo y se los metan en el bolsillo no ocurre en ninguna parte del mundo civilizado, sino aquí.

Luego no me extraña nada el desfile de estos tipejos por las comisarías y juzgados, ni tampoco que ingresen en la mazmorra patria, cada vez más abultada y llena de indeseables, de ambiciosos y de ladrones. Y, sobre todo, de caraduras, que creían que tenían permiso para metérselo todo en sus bolsillos.

En este último caso, la alerta la dio un banco suizo que detectó un movimiento sospechoso -y cuantioso- de Francisco Granados en su cuenta y dio el chivatazo a la policía española. A los suizos no les gusta que retiren fondos de sus cuentas y enseguida se chivan. Suiza es cada vez menos Suiza. Aquí no escapa nadie. Que ni chiquito trajín de parné han tenido que realizar los Pujoles para despistar a los sabuesos de sus cientos de millones de euros en Andorra, México y algunos paraísos fiscales del Caribe. Andan locos. Al final han llamado -o van a llamar- hasta al inolvidable Julio Bonis -¿lo recuerdan?- para que declare, de momento como testigo, porque parece que es buen amigo de Oleguer Pujol, o del hermanito, que no recuerdo bien. Dios los cría y ellos se juntan. ¿No dije yo que era una cosa de caraduras?