La historia de Ángeles Candelaria "Cayita" habla de fe, de presentimientos y de dudas. Esta vecina de Tacoronte tuvo cinco hijas y en 1982 dio a luz un niño. Pero, como en tantos otros casos, no lo llegó a ver. En el Hospital La Candelaria, el personal sanitario le dijo que "tenía cerrada la capita del sentido" o que "no podía engendrar varones". Su marido pidió ver al bebé, pero en el centro no se lo permitieron, con el argumento de que durante días le harían pruebas. Ahí acabó ese terrible episodio de sus vidas. Nadie informó del lugar donde fue enterrado el bebé.

Pero la tragedia ha permanecido en la vida de Ángeles. Durante 31 años no supo, siquiera, dónde podía estar enterrado su hijo. De hecho, desconocer tal dato le hizo tener el presentimiento de que su hijo salió vivo del Hospital. Su marido falleció hace 14 años por un cáncer. Tres décadas de muchas horas sin dormir y dudas de lo que realmente pudo pasar.

Al poner la mesa, cuando se reúne toda la familia, "Cayita", que hoy tiene 63 años, siempre pone un plato más en la mesa. El que correspondía al hijo que nunca vio, según explica Concepción, una de sus hijas.

Hace apenas un año se decidió a acudir al cementerio de Santa Lastenia. Un empleado le confirmó que un hijo de Manuel Dorta y de Ángeles Candelaria estaba enterrado allí. El trabajador le entregó un mapa y le dijo "vaya arriba y búsquelo; y, si no le gusta, búsquese un abogado", según relata la propia "Cayita", que se siente muy dolida con ese tratamiento para una madre. Ese día buscó la tumba, pero no la halló. Volvió y le preguntó a un sepulturero y este le señaló, sin ningún género de dudas, que era el lugar donde había una cruz marrón.

Eso ocurrió hace exactamente un año. Desde ese momento, cada semana o cada 15 días, Ángeles Candelaria acude al mayor cementerio de la capital a enramar a su hijo. Frente a lo que dijeron en 1982 en el hospital (que le harían pruebas durante días), en el camposanto figura que el bebé fue enterrado al día siguiente del parto.

A día de hoy, por no tener, Ángeles no tiene ni el certificado de defunción de su hijo u otro tipo de documentación.

"Cayita" afirma que "no sé qué pensar"; "me lo apuntaron" en el registro de enterrados, pero "no sé si está vivo". "Esa es mi vida", apunta.

Treinta y dos años después, "Cayita" desea saber si realmente su hijo está enterrado bajo la cruz marrón. Y, si después de tanto tiempo quedaran restos óseos en el lugar, Ángeles Candelaria quisiera poder hacer pruebas genéticas (ADN) para saber si realmente ahí está su hijo. Mientras tanto, enrama con fe y duda sobre lo que ocurrió.