No se trata de una exposición más, de esas con las que se cubre el expediente. El hecho de que en ocho salas de Tenerife Espacio de las Artes ya cuelgue una selección de la obra del joven Pedro Paricio (1972) representa, de una parte, la satisfacción del artista que ve así cumplido un sueño largamente incubado y, de otra, la culminación de un complejo proceso que logra traer por primera vez a la Isla la obra de un tinerfeño reconocido por críticos y coleccionistas nacionales y extranjeros.

La muestra que ayer se vestía de largo y que permanecerá abierta al público hasta el próximo 8 de marzo se presenta bajo el título "Elogio de la pintura".

En palabras del comisario Isidro Hernández representa "un homenaje a la historia de la pintura", a partir de un proceso que el artista desarrolla desde "la reflexión y el diálogo" con el propio arte y que lo conduce a reinterpretar obras clásicas, estableciendo un encuentro entre tradición y modernidad, entre pasado y presente.

La madurez y el compromiso de este creador lo lleva a integrarse como protagonista en algunas de sus obras, una actitud evidente en el cuadro que figura en el programa que difunde la muestra, denominado "Self portrait after Velázquez", donde Pedro Paricio, con su inseparable sombrero negro, cabalga a lomos de un caballo emulando el retrato ecuestre de Felipe IV, que Velázquez llevó al lienzo en 1634, pero con un tratamiento esquemático, en bloques de color.

En la obra llamada "Sísifo y Atlas" dos figuras parecen reflejarse una con la otra ante un espejo invisible. Estos seres míticos se arrodillan para sostener sobre sus hombros dos grandes tablas. Acaso una alegoría que transmite la idea de que el autor soporta el peso de su obra o también el lienzo en el que se reproduce como un artesano, un trabajador manual con ideas y emociones.

Pedro Paricio manifiesta su compromiso "con la tierra que me ha dado todo", dice, y a la que quiere "devolver parte de mí".

De la influencia que la naturaleza del ser insular proyecta sobre su obra destaca el concepto "de luz y el color" y esa "manera intimista que tenemos los isleños para interpretar la realidad".

Es la primera ocasión en la que este tinerfeño afincado en Londres expone en España una muestra tan amplia de su trabajo, con alrededor de un centenar de obras, algunas con presencia en carne y hueso del alter ego del propio pintor y en las que desarrolla, desde una mirada renovada y una ingeniosa iconografía, un lenguaje pictórico sencillo y cromático.