Los genes tienen mucho que ver con la presencia de Sean Smith y Álvaro Reyes en el mundo del baloncesto, pues son hijos de dos grandes leyendas de la Liga ACB en las décadas de los 80 y los 90: Mike Smith y Miguel Ángel Reyes, dos internacionales que jugaron 15 años en la elite española.

En el centro de alto rendimiento Canarias Basketball Academy (CBA), en Las Palmas de Gran Canaria, ya suenan con fuerza esta temporada estos apellidos de dos ilustres del mundo de la canasta. Sean Smith tiene 18 años y juega en el equipo sénior y Álvaro Reyes, con 17 años, destaca en el primer júnior autonómico.

Tanto Sean como Álvaro han crecido admirando la trayectoria deportiva paternal. Y no es para menos, ya que Mike Smith (Nueva York, 1963) militó en equipos como Joventut, Real Madrid o Caja San Fernando y logró una Liga ACB, otra europea y una recopa continental, además de haber sido internacional con España en más de una decena de partidos.

Por su parte, Miguel Ángel Reyes (Cáceres, 1968) jugó con Fórum Valladolid, Cáceres, Caja Cantabria o Baskonia, consiguió con el equipo vitoriano la recopa de Europa de 1996 y, al igual que Mike Smith, llegó a ganar varias distinciones y hasta un concurso de mates en la ACB.

Los retoños de Smith y Reyes rondan los dos metros de estatura y sobresalen como sus padres en la posición de alero. Sean se caracteriza por unas poderosas condiciones físicas y las ganas de aprender, por lo que cada día mejora el tiro y la defensa para superar todas las expectativas.

Álvaro destaca por un lanzamiento rápido y, sobre todo, por una gran pasión por todos los aspectos del juego. Es el clásico jugador cuyos límites solo los pondrá él mismo, según pronostica el cuadro técnico de la CBA.

Sin embargo, ninguno de los dos progenitores parece haber insistido demasiado en que sus "pequeños" siguieran sus pasos deportivos.

"Mi padre nunca me obligó a jugar a baloncesto, pero yo me fijé en lo que él hacía por vídeos y siempre he querido imitarlo", explica Sean Smith, quien reconoce que su familia prefiere que estudie y que la afición baloncestística sea un tema secundario.

Sean, quien sorprende por un acento andaluz por vivir en Sevilla y Málaga, practicó el fútbol hasta los 8 años. Fue entonces cuando vio los vídeos de los partidos de su padre y decidió emularlo. "Ya llevo diez años jugando al baloncesto y este deporte me apasiona cada día más", subraya.

Por otro lado, la etiqueta de ser "hijo de" les persigue desde sus inicios en el baloncesto, tal y como rememora Álvaro: "Ha sido una motivación y una presión añadida, no por mi parte ni por la de mi padre, sino externa y bastante notable. Ahora no, pero cuando empecé, me llegó a afectar bastante".

Los jugadores de la CBA admiten que carecen de muchos recuerdos directos de la etapa profesional de sus dos grandes referentes, debido a que eran aún "muy pequeños", pero que sí pudieron repasar las grabaciones de sus encuentros y les encantó verlas.

"Mi padre jugó en los 90 y, entonces, el baloncesto era diferente, ya que sobresalía el aspecto físico. Ahora todo es más táctico, técnico y espectacular", matiza Sean.

Según Álvaro, su progenitor era un jugador "completo" porque sobresalía en el tiro, la rapidez y el salto, en tanto que Sean cree que su padre dominaba esas mismas parcelas del juego e, incluso, al ganar un concurso de mates, era "explosivo, atlético e importante".

Con respecto a este curso, los pupilos privilegiados de Smith y Reyes lo tienen muy claro. Así, Álvaro confiesa que lo que más le motivó para ingresar en la CBA fue que "podía mejorar muchísimo y conseguir una beca para estudiar y jugar en los Estados Unidos" y, a su juicio, la academia de Roberto Orellana -exentrenador del Gran Canaria-, es "el mejor sitio en España" para conseguirlo.

Sean Smith está totalmente de acuerdo con Álvaro, ya que, según revela, "el año pasado estuvo aquí -CBA- su compañero Carlos García, quien logró la beca estadounidense. Yo también quiero conseguirla y estudiar allí criminología, como hizo mi padre", concluyó.