Bien le ha gustado siempre una dieta a un político. Y no las indicadas para para bajar de peso, sino las que engordan el bolsillo. Ahora, con el tema de la crisis, muchos se han contenido bastante e incluso no las cobran. Otros las cobran y las donan, caso del alcalde de Buenavista, Antonio González, que hace unos días entregó 2.800 euros de dietas a su propio Ayuntamiento. El diputado del PP Miguel Cabrera Pérez-Camacho las dona a ASPRONTE. Javier Abreu, el concejal lagunero, a los Hermanos de la Cruz Blanca. Existen más casos y cada vez más existe la conciencia de que no se puede percibir un sueldo público y además un dinerito extra a base de dietas. Pero todavía hay mucho remolón al que le viene de perilla el sobresueldo mensual, para asuntos varios.

Antes de la crisis, en época de vacas gordas, se pagaban cantidades escandalosas. Un conocido político me llegó a reconocer que iba al Consejo de la ya extinta Cajacanarias dos o tres veces al año para cobrar la suculentas dietas que se pagaban. Cómo sería eso, amigo. Así se daban de tortas por ocupar un silloncito.

Nunca entendí lo de las dietas. Un trabajador normal costea sus propios gastos en horario laboral, transporte, comidas y demás. Un político ya gana un sueldo, pues eso, que se lo paguen de su bolsillo.

@sdnegrin