Hay derrotas que duelen más que otras. La de ayer, en Palamós y ante el modesto Llagostera, dejan una sensación de pobreza y siembra de dudas el futuro de un Tenerife que no estuvo a la altura que necesita para competir decentemente en esta Segunda División, ni a la que requiere su escudo. No es que la historia sume puntos, pero sí exige dar otra imagen ante los rivales con menos nombre. Y no fue el caso. Ayer, dos faltas directas lanzadas por Pitu acabaron con la escasa resistencia insular. Con poco habría que conformarse para lamentar que los goles llegaran en el mejor momento visitante. Porque ese mejor momento le daba para estar más cerca de la portería contraria, pero no para generar una sola ocasión de gol. Nada que permitiera adivinar que iba a llevarse la victoria. Pero el encuentro empezó a perderse antes. Aparte de una semana plagada de cuestiones extradeportivas (Ruso García y Jacobo), Cervera no quería que Vitolo y Aitor Sanz faltaran en el mismo partido. Por eso respiró aliviado cuando solo el primero vio la quinta amarilla ante el Alavés. La casualidad (o la fortuna) quiso que el segundo se lesionara la rodilla izquierda en el entrenamiento del pasado jueves. Sin tiempo para "inventar", el técnico optó por Ricardo y Quique Rivero (los otros dos pivotes de la plantilla) para sostener la medular. La otra novedad fue Aridane. Dos zarpazos, uno de Alberto Perea y otro de Cristo Martín, fijaron las posiciones en los dos primeros minutos. Pero fue desde el principio un partido para ganar. De esos en los que hay que mandar y matar. Sin más. Y el conjunto insular no hizo ni una cosa ni la otra. Puede que por el viento en contra jugó muy incómodo en los primeros 45 minutos. Como tampoco inició tocando el rival, que recurrió frecuentemente a los pelotazos hacia Querol, se hizo inútil la presencia de Aridane para iniciar la presión por detrás de Ifrán. Por lo que pronto el grancanario pasó a una demarcación inédita: la banda derecha. En esta tesitura, Ríos pudo marcar de falta directa (8'') y una indecisión de Carlos Ruiz (¡En un saque de banda!) estuvo a punto de costarle caro a los visitantes. En la acción pareció lesionarse Roberto, que llegó a pedir el cambio. Después de ser atendido en dos ocasiones, se mantuvo sobre el terreno de juego. Sin la iniciativa, fueron los errores catalanes en la salida los que acercaron el peligro a la portería de Moragón. Aridane (37'') e Ifrán (40'') lo intentaron de lejos y con escaso éxito. El primero mandó el balón a las nubes y al seguro le respondió bien el portero gerundense. Camino de los vestuarios, las sensaciones no eran buenas. El Tenerife echaba demasiado de menos a Vitolo y Aitor Sanz. Al menos a uno de los dos para dotar de mayor enjundia a su medular, en la que los dos "jugones" no lograron imponerse. Obligado a sustituir a Roberto, Cervera esperó para hacer otros cambios. Sí varió la posición sobre el terreno de juego de sus futbolistas. Con Quique Rivero solo por delante de la defensa, Ricardo y Cristo Martín se colocaron a sus costados y Aridane por detrás de los dos puntas. El Tenerife empezó a robar en campo contrario y dio la sensación de empezar a cambiar el panorama del choque. Fue solo eso, la sensación. Lo intentó Ricardo desde la frontal del área (55'') e Ifrán, de falta directa, desde un lateral (61''). Pero la producción ofensiva acababa en una alarmante bajada de persianas cuando de dar el último pase, el definitivo, se trataba. A falta de 21 minutos para el final, Carlos Ruiz cometió una falta al borde del área propia. Pitu, especialista en este arte y recién incorporado al terreno de juego, se limitó a superar la barrera para adelantar a su equipo. Dicen que el hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra. Pues ocho minutos más tarde, Carlos Ruiz repitió acción... y Pitu resultado. Otra falta en la frontal y 2-0. Ahí se acabó el asunto. El cuadro tinerfeño bajó los brazos y solo siguió peleando por inercia, pero ya sin intensidad ni fe. Uli Dávila, que había entrado como solución y no aportó nada, terminó autoexpulsándose en el minuto 91. Diego Ifrán, igual. Pero ya con el partido finalizado. Dos acciones que empeoran la ya de por sí mala imagen de un equipo que camina por esta Segunda División sin dar la sensación de estar centrado en lo que debe: el fútbol.