En su primer encargo del Auditorio de Tenerife se encontró con unas dificultades técnicas que ya ha solventado. Bajo un sol de noviembre travieso, que en el instante de conceder esta entrevista pica de lo lindo, Giovanni Scandela, director de escena de "La Bohème", no es capaz de esconder la hermosa silueta del edificio que tiene a su espalda. "De su imagen externa no hablo, porque es bellísimo, pero existen cuestiones escenográficas que no se pensaron para facilitar las cosas a los profesionales".

¿Cómo se ha adaptado su proyecto a la Sala Sinfónica?

Al principio hubo una pequeña dificultad logística por la falta de espacio, pero ya está resuelto. Esta es una escenografía pensada para un teatro a la italiana, no para un auditorio de estas características. Lo que ocurre es que un director de escena debe saber cómo solucionar estos contratiempos.

¿Quién tiene más mando en esta producción: el director de escena o el director musical?

En el caso de "La Bohéme" que se podrá ver la semana que viene en el Auditorio de Tenerife la conexión entre el director de escena y el director musical es total porque ya coincidimos en el Comunale de Módena. En ese sentido, aquí no hay ese problema de quién manda sobre quién.

Su propuesta es muy visual o pictórica, ¿no?

El punto de partida era crear un sentimiento de gran soledad. Al igual que Henri Murger -autor de la novela en la que se inspira esta ópera-, mi idea era transmitir la muerte de la juventud, es decir, cómo se puede descubrir la vida a través de la muerte. Por eso ubiqué a los personajes bajo una gran escenografía y, a su vez, en medio de una ciudad como París que se dispone a experimentar un gran cambio. Esa inspiración inicial la encontré en la obra del pintor italiano Mario Sironi, autor que se caracterizó por una excelente reinterpretación del paisaje urbano.

¿Cuál es la mayor dificultad, si hay alguna, de esta puesta en escena?

Al margen de esa dificultad pictórica y volumétrica, que no es fácil de encajar en todos los escenarios, mi intención fue acercar "La Bohéme" a un espacio cronológico más pegado a la actualidad. En ese sentido, sí que he buscado una atmósfera futurista para adaptar la historia en un ciclo comprendido entre los años 1910 y 1920.

¿Hoy en día los protagonistas de la ópera no solo deben cantar bien, sino tener buenos recursos dramáticos?

Por fortuna aquí hay un equipo de trabajo joven y eso se nota a la hora de dar órdenes. Los jóvenes entienden mejor en sentido de la ópera actual; los grandes estrellas no son fáciles de llevar.

¿Un director de escena es una pieza clave a la hora de generar nuevas audiencias en la ópera?

Este es un momento difícil para todos y por todo; no solo por la crisis económica. No resulta nada sencillo buscar los canales de financiación para la ópera y, a veces, se buscan productos más atractivos que eficientes. Yo no vivo atado a la tradición ni busco estar a la vanguardia, porque para mí lo más importante es el peso de la historia y los sentimientos que experimenta el público.

¿Hasta qué punto trata de ser fiel a la idea original?

Yo no trabajo con juicios de valor establecidos de antemano, pero si un día recibo el encargo de montar "Il Trovatore" es lógico usar como punto de partida la idea original... Mi preocupación siempre es darle a los espectadores las emociones que están en la utilización de unos colores, tejidos y en el movimiento de escena.

¿Por qué esa renovación no terminan de asentarse en Italia?

Porque allí la ópera está pegada a la tradición. No solo falta riesgo a la hora de generar escenografías que sí se están haciendo en Alemania, España o Francia, sino que en el repertorio no hay demasiados huecos para las óperas que son más modernas o de nueva creación. Ese es un problema nuestro que no solo afecta a este género; también en el teatro italiano no se aprecian esos cambios. Las vanguardias murieron después de los años 70 y después la apuesta por lo clásico se hizo mayor.

¿A falta de una semana para el estreno de "La Bohème", cuál es su valoración del trabajo realizado en el Auditorio de Tenerife?

De su imagen externa no hablo, porque este es un edificio bellísimo, pero hay cuestiones escenográficas que no se pensaron para facilitar las cosas a los profesionales... Al maestro Calatrava sí le discutiría algunos aspectos funcionales del Auditorio. Los primeros días me senté en la grada porque quería hallar una conexión entre la escena y la historia.

¿Y la encontró?

La verdad es que tardé, pero a veces eso te lo entrega un equipo humano tan competente como el que me encontré en Tenerife.