Abogado, escritor de éxito, editor de autores que persiguen su primera oportunidad. Sobre estos ejes se construye el perfil literario de un autor entregado a las tramas policiacas. Lorenzo Silva (1966) participó anoche en un debate ramificado en el Otoño Cultural de la Fundación CajaCanarias. El ganador del Premio Planeta 2012 ("La marca del meridiano") intercaló reflexiones con la escritora, guionista, directora de cine y exministra, Ángeles González Sinde, en torno al tema La cultura y la red. "A mí me roban libros todos los días y no voy a protestar a un ministerio porque sé que es una pérdida de tiempo", afirma el madrileño.

¿"El mundo que queremos" es de color negro?

Yo no soy pesimista, si lo fuera me tendría que dedicar a otra cosa. Estamos en una dimensión nueva en la que hay fuerzas bastante poderosas que antes no existían y que tienen una gran capacidad para transformar la realidad. Si tuviera que utilizar un símil diría que esto es como si de repente nos montamos una autopista de tres carriles en la que antes solamente había uno, pero que además es vigilada por los mismos agentes que patrullaban antes de la ampliación. El problema es que eso genera oportunidades a jugadores de ventaja que acceden a estas de manera ilegítima.

Sus últimas novelas se recrean en ambientes de gran corrupción. ¿Eso fue algo visionario?

Más bien se veía venir... La historia de mi última novela se inspira en un hecho completamente real que ocurrió en 2007 en el que este lobo ya empezaba a enseñar sus dientes, es decir, en este país hemos vivido una realidad de la que se beneficiaron unas personas que descaradamente se saltaban las reglas. Entonces el descaro con el que actuaban era grande y, en cambio, las consecuencias que asumían eran más bien benignas. El que se corrompía hace 6 o 7 años no tenía una percepción muy clara de que la corrupción era algo que estaba perseguido de una eficaz. El caldo de cultivo estaba ahí, pero estos siempre se las arreglaban para borrar pruebas y obstaculizar la labor policial en el caso de que los pillaran. Esto es lo que históricamente ocurrió en España, pero el escenario actual es otro. A lo mejor por lo que hace ocho años nadie pedía responsabilidades a nadie, puede que porque había dinero de sobra, hoy con una amplia población en paro y en el umbral de la subsistencia no tienen indulgencia.

Hace dos años ganó el Planeta -en una noche en la que la foto más buscada fue la del encuentro, o más bien, desencuentro de Artur Mas y José Ignacio Wert- con una novela en la que se apreciaban con claridad unas fisuras de la sociedad catalana y España. ¿Cómo ve la evolución de una herida que se ha enquistado?

Cataluña se ha movido a toda prisa hacia un independentismo radical que comparte un gran sector de la sociedad. Yo no soy catalán, pero estoy casado con una catalana y vivo en Barcelona, y tengo la certeza de que es una comunidad fracturada. El problema catalán es muy grave para España porque los que están gestionando esta crisis no afrontan las consecuencias de un proyecto que es el que a ellos les apasiona e ilusiona, pero que ha roto a Cataluña. Hay muchos que están por la independencia, pero también hay muchos que se muestran contrarios a una situación de cambio.

Hablando de una situación de cambio, ¿el lector de hoy espera que los novelistas escriban historias que no salen en los medios de comunicación?

En mis novelas hay tramas que no veo en los medios de comunicación. En el ejemplo de Cataluña su interés está en estar muy pendientes de las cabezas visibles que forman parte del conflicto, pero no de lo que le pasa a la gente normal que sí están en mis libros: se sabe poco o nada de cómo viven esta situación un guardia civil o un mosso d''escuadra. A mí no me interesa contar lo que hace un conseller, entre otras cosas, porque la delincuencia no se para mientras otros discuten si se van o se quedan.

¿Con qué perspectivas afronta el debate La cultura y la red?

El tema es inabarcable. Tanto en la parte cultural como en lo digital. La red ha trastornado nuestros hábitos culturales y en mi análisis hay una de cal y otra de arena.

¿Ese es un mundo en el que no todo es bueno, ni todo malo?

Internet nos está proporcionando un montón de posibilidades con las que jamás habría soñado un escritor del siglo XIX. Yo, por ejemplo, he aprovechado alguna de esas posibilidades; unas situaciones que han sido bastante enriquecedoras. Pero la red también ha aportado una cierta desvalorización de la cultura; una trivialización de lo cultural que ha hecho inviable una producción que se acaba perdiendo porque nadie le presta atención.

Hace un mes el presidente del Grupo Planeta hablaba de la falta de contundencia con la que se actúa frente a los "piratas" que saquean a la cultura a través de la red. ¿Echa de menos una ley más ejemplarizante?

Es que esa ley no vale para nada... Solo es un largo procedimiento que no tiene nada que ver con lo que se está haciendo en los países de nuestro entorno. Allí cuando una persona se apodera de un contenido cultural que no le pertenece la respuesta legal es inmediata. ¿Si un señor roba una caja de Coca Cola en un supermercado el encargado va a protestar al ministerio o llama a la policía? A mí me roban libros todos los días y no voy a protestar a un ministerio porque sé que es una pérdida de tiempo.

¿La Ley Sinde tampoco se libró de esta polémica?

Desde el punto de vista de un abogado no la compartía porque iba mucho por la vía administrativa. Si la propiedad intelectual en este país no es legítima que lo digan y me voy de España. Este mundo está lleno de países donde sí es legítima.