Le leo a un conocido articulista que no estamos tan mal como pensamos o como quieren algunos que pensemos. Es cierto que en España hay cinco millones largos de parados, pero no lo es menos que nunca ha habido tanta gente trabajando como hoy. Lamentamos que el Gobierno dedique pocos recursos a la I+D, pero jamás ha habido tantos investigadores, ni se le ha dedicado tanto dinero y esfuerzo a la ciencia en este país como ahora, salvo en los años inmediatamente previos a la crisis. Ya que hablamos de crisis, la de 1973 fue peor. La crisis del petróleo que acabó con la gasolina esencialmente barata. Si alguien nos hubiese dicho entonces que posiblemente tengamos yacimientos de hidrocarburos en nuestras aguas lo habríamos tomado por un loco.

De aquella crisis salimos. También hubo otra al final de los años setenta. Y otra más en los ochenta. Hubo crisis hasta en el hoy boyante sector turístico, aunque ya no nos acordemos de ellas. Me lo decía no hace mucho un director, ya jubilado, de una importante cadena hotelera española al recordarme que fui el primer periodista, y el único durante bastante tiempo, en hacerle una entrevista cuando vino a Canarias enviado por su compañía. Entonces la mitad de los hoteles de Playa de las Américas estaban en estructura y parados.
Hemos padecido crisis y las hemos superado. Lo que nos lastra en esta ocasión, hasta el punto de impedirnos levantar cabeza, es una nómina pública insostenible. Puede sonar a demagogia decir que estamos hipotecados por los sueldos de los funcionarios y de los políticos, pero esa es la realidad. Además, no hay propósito de la enmienda. En 2014 se congelaron, un año más, los salarios de los empleados públicos pero se aumentó la partida consignada en los Presupuestos Generales del Estado para pagar asesores. Asesores contratados casi siempre por afinidad política que a menudo solapan las funciones de los profesionales de la función pública.
¿Sobran empleados públicos? En principio tenemos más o menos los mismos por habitante que Alemania..., aunque no somos tan ricos como los teutones. Un potentado puede permitirse el lujo de tener en su mansión varias sirvientas, un jardinero, un chofer y hasta un mayordomo; una familia de clase media a lo más que puede aspirar es a una asistenta un par de días a la semana. Y últimamente ni siquiera eso. Una cosa es lo que tenemos y otra la que podemos tener. El caso es que, a juicio de Felipe González, en España sobra el 20% de los funcionarios; unos 500.000 en total. Guarismo que la CEOE eleva hasta 900.000. No obstante, ni González, ni la CEOE gobiernan hoy en día y nada indica que Mariano Rajoy acometa finalmente la necesaria reforma de la Administración por el coste electoral y social que le supondría esta decisión. Naturalmente, tampoco van a cerrarse ayuntamientos, ni suprimirse policías autonómicas, ni vender más de la mitad de los coches oficiales. Por todo ello nos queda crisis para rato, pese a que vivamos mejor que antes.
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