Cuando yo vivía de soltero en la calle Anchieta de La Laguna, tenía como vecino a Domingo Marrero Cabrera, funcionario municipal y cronista oficial de la ciudad y en la festividad del Cristo lagunero uno de los números fuertes era la cogida de cintas a caballo y Domingo se inscribe pues le encantaba, y realmente era su gran asignatura, montar un brioso córcel y participar en dicha prueba. Hay que decir que las cintas fueron bordadas por las “niñas” de Solís, unas solteronas de nacimiento que vivían en la calle de los Álamos, o Tabares de Cala, muy cerca del propio Domingo Marrero y del que esto les relata. El ganador era el jinete que mayor número de cintas cogiese, quien se llevaba tremenda copa y ya con el paso del tiempo las cintas eran bordadas por las “misses” que eran elegidas en los distintos barrios del municipio.

La prueba comenzó sobre las seis de la tarde pero, debido al gran número de participantes, se dilató más de lo previsto, hasta el punto de que hubo que realizarla por grupos, y así se puso el sol y anocheció. Precisamente en el último de los grupos de jinetes iba nuestro protagonista, que inició la galopada con mucha decisión hacia el travesaño donde estaban colocadas las cintas con el correspondiente aro para, con el palillo puntiago, asirlas, y estando Domingo Marrero ya muy próximo al travesaño donde estaban las mentadas cintas, el caballo le hace una cabriola, posiblemente como consecuencia de haberse tirado un cuesco alguna hembra, lo que hace que el caballo de Domingo pare en seco, saliendo el jinete por el aire unos metros y se agarra a una caja metálica, sin imaginarse que en el interior de la misma estaba todo el cuadro de mandos de la iluminación de la plaza. Al agarrarse a la caja con fuerza esta cae al suelo junto con Domingo, quedándose la plaza totalmente a oscuras y suspendiéndose, como es natural, la carrera, quedando sin luz las atracciones, el templete, los ventorrillos y las tómbolas, quedando iluminados los que contaban con grupo electrógeno propio.
Después de este incidente, que fue muy comentado a nivel local, insular, nacional e incluso internacional, Domingo empieza a recibir en su casa cartas y telegramas hasta del extranjero, felicitándole, en plan de coña, por su soberbio debut en la prueba de la cogida de cintas a caballo, y también por el cero energético en que dejó a La Laguna, y concretamente a su plaza de San Francisco o plaza del Cristo.
Un año, un par de jóvenes tenientes de la península deciden participar en la prueba y van a inscribirse a los “Almacenes Ramos” y les atiende el ruinito de don Luis Ramos. Fue entonces cuando este ve sentado en un banco de la Catedral al mismísimo Domingo Marrero y les espeta a los militares: “Miren ¿ustedes ven a quel caballero que está sentado en el banco de enfrente? A lo que contestan afirmativamente, añadiéndoles don Luis: “Pues ese señor es el encargado de formalizar las inscripciones para la prueba. ¡Vaya mala milk, compadre! Ay mi cabeza.
Después, el propio don Luis, y a través de la ventana, ve cómo los tenientes se le acercan a Marrero, hablan algo con él, momento en que se supone que este mentaría el nombre de la madre de alguien agarrándose una descomunal calentura, levantándose y yéndose sin siquiera despedirse.
En una ocasión estaba yo en la notaría de Cruz Auñón para ser testigo en la firma de un testamento y me acompañaba para el mismo fin Hipólito, dueño de la Fuenraria Marrero, y ocurrió que en un momento se le acerca una “belilla” y le dice: “Hola, Polito, qué tal te va, te veo igual, y dime ¿a qué te dedicas?”. Y como al funerario le fastidiaba decirle la verdad, contesta a la maga: “Mire, doña, al transporte, mi hija”.
PERLAS. Un tipo le dice a otro: “Coño, mi pobre tío el de Venezuela”, respondiéndole el otro: “¿Qué?, ¿se murió?”, remachando el primero: “No, coño, que es pobre”.
“Oye: ¿a cuantó está el quilo de Escalibur?”. “Hombre, teniendo en cuenta que el matrimonio Limón-Romero por el perro entero están pidiendo ciento cincuenta mil euros, el quilo debe de estar por los quince mil”.
Hasta el próximo, no me fallen y el humor ha venido para quedarse.
*Pensionista de larga duración