El nombre Kowloon es una traducción literal del chino que significa "nueve dragones". Según una leyenda es por las ocho montañas situadas al norte que coinciden en tener forma de dragón, a lo que se suma el emperador. Hasta 1993 existió lo que se conoce como la Ciudad Amurallada de Kowloon, visible desde la isla de Hong Kong. Fue una especie de anomalía política en la historia colonial británica. Era un pequeño enclave chino rodeado por todos lados por territorio británico. Durante la II Guerra Mundial y tras la invasión japonesa de Hong Kong las tropas japonesas destruyeron gran parte de Kowloon, desmantelando prácticamente la totalidad de la antigua muralla del fuerte para construir con sus piedras el Aeropuerto de Kai Tak.

Tras la rendición de Japón, el recinto, ya sin murallas, se convirtió en un reducto donde se agruparon los habitantes ilegales (inmigrantes chinos casi todos huyendo de la República Popular) incontrolable e irreductible por la intensa actividad comercial, sobre todo la ilegal de trafico de opio, alcohol y prostitución. Desaparecida la muralla se levantó durante décadas, día a día, un aún más inexpugnable muro invisible de ilegalidad. Ese Kowloon que fue una vez el lugar más densamente poblado sobre la tierra y un laberinto del crimen, la delincuencia y la suciedad, pero también de la esperanza, fue derribado finalmente y en su lugar se construyó un parque, y ahora esa zona es parte de un pujante distrito de la floreciente ciudad de Hong Kong.

A partir de entonces, a mediados de los noventa las autoridades de Hong Kong, preparándose ya para el cambio que tendría lugar en 1997, cuando Gran Bretaña cedería a China su última colonia asiática, comenzaron a planificar urbanísticamente toda la zona. Así fue cómo surgió el nuevo West Kowloon Cultural District (conocido en la ciudad como WKCD). Es un parque público de 23 hectáreas que ofrece (y ofrecerá, pues en gran medida aún es solo un sueño) un importante espacio verde en la concurrida ciudad, un corazón para respirar, y una amplia gama de edificios dedicados a la cultura y el arte.

Una de las primeras cosas que hicieron los hongkoneses fue organizar un concurso internacional en abril de 2001 para diseñar el distrito, concurso que ganó Foster and Partners y que finalmente en 2005 se cambió y se ha vuelto a cambiar en innumerables ocasiones debido a la intensa crítica ciudadana en torno a ese lugar de Hong Kong. Afortunadamente para los hongkoneses que tuvieron aquella primera maravillosa visión la cosa no ha acabado con penas de cárcel (como en el caso de la playa de Las Teresitas) sino en nuevos intentos en positivo para resolver la situación.

En Hong Kong volvieron a convocar otro concurso en 2005 y así otro y otro hasta 2010, ocasión en que volvió a ganar Foster con su proyecto City Park. Mientras tanto se han ido haciendo cosas pero hasta ahora casi todo es provisional en este distrito que tantas esperanzas levanta entre la gente pero que tanto se hace de rogar por discusiones muchas veces estériles. Un ejemplo de esa provisionalidad lo constituye desde 2012 el West Kowloon Bamboo Teatre, que es completamente rediseñado y construido desde cero cada año (desde entonces) y sirve, además de al teatro, como homenaje al arte de la arquitectura hecha con bambú, que sigue siendo muy utilizada en Hong Kong, sobre todo como andamiaje, aunque es un arte que puede desaparecer. En 2013 el arquitecto William Lim y su equipo utilizaron más de 10.000 cañas de bambú para construir el teatro de 800 asientos en tan solo dos semanas. Algo parecido ocurrió en 2014. El teatro de bambú se encuentra en la parcela de la futura sede del Centro Xiqu, cuyo diseño también es fruto de otro concurso de arquitectos ganado por Bing Thom Architects y será dedicado al teatro y la ópera china. Otros concursos -siempre concursos, lo que está muy bien y es ejemplar- han dado como resultado proyectos culturales, como por ejemplo el interesante museo proyectado por Herzog y de Meuron, del que tal vez hablemos otro día.