Confiesa que su corazón sufre en la frialdad de una sala de cine vacía, que a los latinos los pierde la fogosidad con la que formulan sus quejas y que el castellano lo están empobreciendo con términos que merman su calidad lingüística. Al alicantino Vicente Molina Foix (1946) también le molesta los que no respetan los contenidos de la red. "Yo no comparto mesa con un pirata que roba mi trabajo en internet", dice el Premio Nacional de Narrativa sobre la ausencia de una ley que persiga los saqueos a los que se exponen los creadores en ese ingobernable mundo virtual.

El ejercicio de volver la mirada atrás siempre implica jugar con ventaja, ¿pero en otro contexto usted hubiera tomado la decisión que expresaron Javier Marías, Jordi Savall o Colita?

Yo lo gané en otra etapa, con otro gobierno y tampoco voy a juzgar lo que cada persona le apetece hacer con sus premios y su vida. Eso sí, entiendo que exista gente que lo rechace porque por mucho que se empeñen en decir que ese es un galardón que da el pueblo, quien lo organiza es el Gobierno, quien elige al jurado es el Gobierno y quien elige las fechas, por cierto bastante mal elegidas, es el Gobierno. Eso no significa que no se lo den a gente que no sea ni gubernamental ni sospechosa, pero es que este gobierno se ha manifestado en contra de lo que está premiando: en contra de los derechos de los derechos de autor, en contra del teatro, en contra el cine, en contra de las escuelas de música estatales...

¿Muchos factores en contra?

Entiendo que queden personas que renuncien a esos 30 o 20 mil euros. Por cierto, yo gané mucho menos en el ciclo del presidente Zapatero. En ese momento yo tenía la sensación de que el mundo de la cultura estaba engarzado con la actividad del Gobierno, mientras que ahora no tengo esa percepción.

¿Usted es otro de los que creen que la cultura se hecho invisible o directamente ha desaparecido?

El problema es que la cultura es un bien muy frágil. Sobre todo en este país... Francia está igual o económicamente peor que España, pero su cultura no está en crisis porque eso es algo que se encuentra enraizado con su modelo político. No importa quién gobierne, la derecha o la izquierda, allí la cultura no se toca. La cultura es un bien inmaterial porque, aunque haya libros, películas o música, forma parte de una vivencia espiritual intima que educa, mejora y acompaña al ser humano.

¿Algunos, sin embargo, se escudan vendiendo el arte como un bien no necesario?

El arte nos puede reconciliar con la vida si se usa de forma correcta. Sobre todo ahora que estamos muy cabreados, malhumorados o frustrados. Pero no desde la vieja idea del escapismo y que poco menos que es el opio del pueblo. No. El buen arte no te hace olvidar; el arte que está bien construido te alumbra, te acompaña, te revela cosas... Llegar a entender que eso necesita del apoyo de las instituciones porque no es algo autosuficiente es fundamental para saber dónde estamos. Claro que hay prioridades como comer, dormir, tener trabajo y alimentar a un hijo, pero si no tenemos en cuenta que el arte es clave en nuestras ilusiones y sueños estamos perdidos. No creo que exista ni una sola sociedad sana que pueda avanzar olvidando el arte.

¿Es fácil confundir un cabreo pasajero con una crítica razonada?

En España somos muy fogosos. En las Islas menos porque aquí las cosas se ven de una manera más pausada, pero yo mismo me considero una persona muy temperamental... Motivos para el encabronamiento hay de sobra, pero el análisis exige una pausa para la reflexión.

¿Como profesor de Literatura qué juicio hace del uso que se está haciendo del castellano?

Hace 20 años decidí prejubilarme del oficio de profesor -impartió clases en el Reino Unido, en Madrid y en el País Vasco- para dedicarme a la escritura, pero los compañeros me dicen que se está dando una regresión muy peligrosa que tiene que ver con una falta de cariño hacia el profesorado.

¿En España no se cuida a los profesores?

No los miman como deberían. Dar una clase no es nada fácil porque exige un montón de horas de dedicación que van más allá del horario de clases... Además, la tele ya no es un complemento educativo porque se cargaron todos los contenidos pegadógicos. No quiero solo debates, documentales y películas japonesas, pero esta televisión es un negocio que destruye a la cultura. El problema es que lo pagamos todos.

¿Y en la red tampoco hay una respuesta muy contundente contra los que quieren todo gratis?

La piratería es un delito no perseguido que protege a los que lo quieren tener todo gratis, cuando lo único que debería ser gratuito en este país es la educación. Esto lo llevo denunciando desde hace años: yo no comparto mesa con un pirata que roba mi trabajo en internet.

¿No cree que la nueva ley es algo timorata frente a esos piratas?

Eso no sirve para nada... Yo, por ejemplo, que siento curiosidad por esos movimientos de vanguardia que elevan la voz en contra de los que ahora gobiernan, tengo serias dudas de que Podemos quiera combatir el problema porque el mundo del que procede es el universo de muchos piratas que campan a sus anchas a través de la red.