Esta noche volverá a interpretar el rol de Rodolfo en "La Bohème" que se programa, desde las 20:30 horas, en la Sala Sinfónica del Auditorio de Tenerife. Heredero de una tradición musical muy enraizada en su familia, el tenor lanzaroteño Pancho Corujo eligió la vía de la ópera para mostrar una voz que empezó a "construir" en el Conservatorio de Tenerife hasta ser uno de los tenores líricos con mayor proyección en la escena nacional. "La lírica en Canarias está viviendo un momento muy dulce; en las Islas no se había reunido una generación de cantantes tan amplia, buena y diversa como la actual", asegura el compañero de reparto de la granadina Mariola Cantarero (Mimí).

El legado de Kraus está más vivo que nunca, ¿no?

Él fue el que abrió este camino; un referente no solamente para los cantantes que hemos nacido en Canarias sino para todos los que quieren decir algo en el mundo de la ópera. Kraus es el ejemplo para timonear una carrera operística. La seriedad con la que se movió en un repertorio afín con su voz le permitió tener una trayectoria admirada y larga. Era un cantante que sabía cuáles eran sus limitaciones y nunca las quiso sobrepasar. Una primera figura de la ópera tiene que cuidar mucho esos detalles.

¿No tiene la impresión de que la ópera de hoy se ha humanizado; que ya nadie es intocable?

La época de los grandes divos ya pasó. Los que estamos ahora somos gente muy normal que nos dedicamos a un trabajo bastante difícil. No solo a nivel vocal, que es la parte más compleja de este trabajo, sino en todo lo que tiene que ver con la puesta en escena de un espectáculo que no es fácil de ejecutar. Me gusta destacar el papel de los intérpretes porque a veces se olvidan de que si ellos todo esto no existiría, pero los cantantes de ópera somos gente normal; llevamos temas de rock en nuestros móviles... Esa normalidad ha ayudado a que este género se abra a todo tipo de públicos, o incluso que se plantee invadir unos territorios que hace unos años no se planteaba conquistar.

¿Y cómo se percibe desde dentro la conquista de esas nuevas audiencias?

La sensación que existe es que esas barreras invisibles se tenían que levantar para dar al público la posibilidad de que elija sin presiones si desea venir a la ópera.

¿Qué supone desembarcar en el Auditorio de Tenerife con un rol con tanto protagonismo dentro de "La Bohéme"?

Este es un gran reto personal, no solo porque es uno de los roles operísticos más famosos de la historia, sino porque para llegar a ser uno de los tenores importantes hay que interpretar el Rodolfo de "La Bohème". Incluso Kraus lo cantó una vez. Hasta febrero de este año, cuando hice "Romeo y Julieta", me había centrado en un repertorio un pelín más lírico-ligero. Eso fue lo que me dio el coraje para enfrentarme a esta ópera.

¿Y por qué ahora y no antes?

Al tenor pucciniano se le pide que tenga una voz que conecte con su música y un color de voz más pleno en el centro. Eso lo tengo, pero no deja de ser menos cierto que la dificultad del primer y tercer acto es tremenda. Cuando hay facultades muy pocos cantantes en el mundo se atreven a decir no si te llama "La Bohème" porque su música está concebida en un estado de gracia absoluto, aunque yo creo que todas las composiciones de Puccini tienen esa magia. El hecho de que nunca hubiera formado parte de Ópera de Tenerife también ayudó a la hora de tomar esta decisión.

¿Es complicado vivir artísticamente con Celso Albelo y Jorge de León?

Para mí no porque, sobre todo, somos buenos amigos... Celso y yo hicimos a la vez la prueba en el Conservatorio de Tenerife y de vez en cuando nos "pisamos" algunos roles, pero somos muy diferentes. Entre todos nos damos consejos, nos comprendemos y nos damos mucho cariño. Aquí hay una cosa que está muy clara: si en el mundo hay un "top-ten" de tenores obviamente en él están Celso Albelo y Jorge de León. No lo digo por amistad, Jorge y Celso están al nivel de los Alagna. De hecho, comparten producciones, roles, teatros... Celso y Jorge se encuentran en el mismo plano de Kaufmann, Flores o Roberto Alagna. Es que al final no somos tantos. Esto es como el fútbol. En Primera División hay 400 jugadores, pero al final la prensa solo habla de 15 y de esos únicamente dos tienen el trato que se les da a los talentos como Cristiano Ronaldo o Messi. También es cierto que en la ópera actual la competencia es mayor y que son muchas las personas que sostienen este espectáculo.