No pasa un día sin que Paulino Rivero nos dé un motivo para comentar algo sobre su gestión política. Ayer aseguraba que habrá solidez y defensa de la estabilidad en el Gobierno regional gracias al pacto con el PSOE, porque eso es lo que él quiere y también lo que desea el secretario general de los socialistas canarios. Decíamos en nuestro comentario del jueves que ese pacto fue antinatural políticamente hablando desde el comienzo. Tres años y medio después recuerda el presidente del Ejecutivo regional que cuando accedió a este cargo dijo que iba a implantar una nueva forma de entender la política en Canarias y que los pactos que él firmase durarían toda la legislatura. Le recordamos que el pacto con el PP no llegó a ese citado periodo de cuatro años.

Lo importante, sin embargo, habría que buscarlo en los logros de esta legislatura que ya entra en su recta final. No quisiéramos ser reiterativos sobre el desempleo que golpea a estas Islas de forma inclemente, pero no nos queda más remedio. Es un crimen que mientras cientos de miles de canarios siguen sin trabajo, nuestros diputados y diputadas regionales pierdan el tiempo discutiendo sobre el resbalón de la consejera de Cultura, Inés Rojas, al asegurar que estaba en contacto con Gregorio Chil y Naranjo, fundador del Museo Canario, pese a que este histórico personaje falleció hace 113 años. Parece que algunos políticos están tan acostumbrados a faltar a la verdad, que caen en disparates como este. Algo, pese a todo, que no cambia para nada la situación de miseria de este Archipiélago. Ya hemos dicho en repetidas ocasiones que no nos valen los políticos actuales salvo contadas excepciones. Eso es lo auténticamente grave y no, como dice Ruano, desconocer la figura de Chil y Naranjo.

Como cabía esperar, la consejera de Cultura le ha exigido disculpas públicas a José Miguel Ruano al considerar que le ha dado un trato cruel al acusarla de mentir. Dice que su error se debe a un "lapsus", ya que aseguró que lo que quería decir es que se había reunido con el director del Museo Canario. Disculpas deberían pedirles unos y otros al pueblo canario por lo que le están haciendo.

Es este un pueblo confundido por muchos acontecimientos nefastos, especialmente en el aspecto económico, durante los últimos años. Un pueblo en manos de unos dirigentes que no se identifican con los intereses de los ciudadanos sino con los suyos propios. De otra forma no se entiende que arrastremos año tras año la lacra del desempleo. La política se ha convertido en la orgía de unos pocos. Lo estamos viendo en el ámbito estatal. Necesitamos sustituir la actual oligarquía con una aristocracia política en el mejor sentido de esta expresión. El ejercicio de la política ha de volver a ser una actividad noble, libre de los lodos del estercolero en el que ha caído actualmente. A estas alturas ya no sirven los remedios de paños calientes. Hace falta un cambio radical; una limpieza absoluta que aparte para siempre de sus cargos a quienes se han hecho indignos de ejercerlos.

No solo el PP se encuentra en una posición insostenible en el ámbito nacional. La situación no es distinta para el PSOE ni para CC en nuestras Islas, pues el descrédito es generalizado. Hasta a Podemos le ha surgido un asunto poco claro. No basta con que dimita una ministra o con que cese un consejero de un cabildo. Eso es solo el primer paso. Si alguien piensa que con eso ponen fin los partidos a su descrédito están equivocados de parte a parte. Al electorado no lo van a volver a engañar tan fácilmente.

La gente está cansada de los juegos florales a los que siempre nos referimos. ¿A quién le importa el desliz de la consejera de Cultura sobre el Museo Canario con la que está cayendo? Una reflexión final. No es mala idea limitar los cargos a ocho años en todas las instituciones. Es la única forma de acabar con los "profesionales" de la política. El siguiente paso es cambiar de inmediato al sistema de listas abiertas. La otra gran asignatura pendiente de nuestra democracia. Estos son los cambios que entendería la gente. Lo demás, lo reiteramos, ya no convence a nadie.